Regresaré en los próximos días para
continuar la batalla, anunció Chávez en contacto telefónico desde La Habana con
uno de sus ministros. Pidió a los partidarios “unidad y lealtad”. Según los
analistas, hay tres escenarios para las elecciones del 7 de octubre: Chávez
sano, Chávez enfermo o Chávez ausente. Las encuestas indican que en cualquiera
de los escenarios será el reto más duro que ha confrontado. La oposición
arranca en su mejor situación, con candidato único y el respaldo sólido de los
tres millones que votaron en las primarias. Según Consultores 21, una de las
firmas más confiables, la intención de voto en los sectores marginales “E”
sigue siendo muy alta para Chávez: 60%, pero en Capriles aparece un porcentaje
sin precedentes: 40%. En los sectores “C” y “D’’ (clase media popular),
Capriles aventaja a Chávez por 2 puntos (38% vs 36%). En los sectores “A” y “B”
(clase media alta): Capriles 80% y Chávez 20%. El primer escenario, Chávez
sano, sería el más ventajoso para él. En el segundo, Chávez enfermo, tendría
que convencer que está en capacidad de medirse en octubre y luego gobernar sin
problemas.
Lo apoyarían incondicionalmente sus
partidarios, pero los “Ni Ni” serían sensibles a la cuestión de si conviene un
presidente enfermo. En el tercer escenario, Chávez ausente, surge la
interrogante acerca de la fuerza electoral del chavismo sin Chávez. Depende de
varios factores, entre otros, que se mantenga unido. De allí el llamado a
“unidad y lealtad”. El liderazgo indiscutido de Chávez ha impedido la afloración
de las tendencias ideológicas, una pintoresca gama que va de la izquierda
radical a la derecha extrema, o de las serias diferencias entre militares y
civiles. La preocupación patológica de Chávez por su ego impidió que se
desarrollara a su sombra otro dirigente que tomara el perfil de heredero. La
revolución no admite sino un solo jefe, un supremo comandante. No existe por
tanto una figura del chavismo que aparezca como el candidato natural, como el
lógico abanderado para suplir la ausencia del jefe. A mediados del pasado año,
Nicolás Maduro, el ministro de Relaciones Exteriores, parecía ser el personaje
más importante en el escenario de los allegados al presidente, quien procedió a
cortarle alas anunciando que es su candidato para la gobernación del estado
Carabobo. Algo similar le ocurrió al vicepresidente Elías Jaua, a quien designó
candidato para la gobernación del estado Miranda. El que no esperó la señal del
jefe fue Diosdado Cabello, presidente de
la Asamblea Nacional, quien viene realizando actos de masas en distintas
ciudades para demostrar que tiene capacidad de convocatoria en la tropa de
camisas rojas. El hermano del presidente, Adán Chávez, dio una declaración que
se entendió como un corte de alas a Diosdado, ordenado por La Habana. Adán convocó
al chavismo del estado Barinas, donde es gobernador, a un concurrido mitin,
trasmitido en “cadena”, como testimonio de su poder de convocatoria. ¿Será su
hermano Adán el candidato? Los analistas afirman que si el “dedazo” lo señala
obtendría una buena votación. Igual ocurriría con las candidaturas de Maduro y
de Jaua, si Chávez opta por uno de los dos, quienes son los que aparecen mejor
en las encuestas. El ungido por los dioses aún tendría pendiente escalar una
difícil muralla: en las encuestas el 42% opina que el país que quiere no se
parece al que quiere Chávez.
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