De
mis lecturas de juventud recuerdo en un libro del padre Louis J. Lebret al
comentar sobre las mujeres que ejercen la prostitución estas dos frases: “se
las llama mujeres de vida alegre quizá porque están consumidas por la tristeza”
y “se dice que buscan el dinero fácil cuando sólo buscan el pan”. De ese mismo
tiempo recuerdo de mi padre una sencilla lección de vida: “quien para abordar a
una mujer necesita beber alcohol es un hombre tímido y el
que lo necesita para enfrentar un desafío es un miedoso”.
El
idioma es el medio a través del cual nos comunicamos, pero es tan enorme su
amplitud que el hombre en su diario trajinar solo utiliza una pequeña porción
de ese inmenso contenido. La riqueza expresiva es tan grande que una misma
palabra tiene varias acepciones o significados y otras muchas tienen
significados casi idénticos, son los sinónimos.
Pero
lo más importante en la comunicación es que muchas veces el hablante emplea las
palabras apartándolas de su significado propio, la ironía es la expresión más
audaz ya que da a entender lo contrario
de lo que se dice. Hay otras muchas formas de comunicarnos con nuestros pares
donde el mensaje se aparta del significado propio de las palabras. Esto es lo
que acaba de ocurrir el 4 de febrero, con su celebración durante y en los días
que lo rodearon y en los discursos que se pronunciaron.
Al fracasado golpe su conductor lo llama
“romántico” que es expresión del extremo individualismo, para hacernos patente
que su llamado socialismo del siglo XXI es suyo de él; y no de los demás, de lo
que se desprende la exigencia de que aplaudan como focas y repitan como loros.
Lo más significativo en la verborrea del
farsante para la conmemoración de su felonía ha sido su invocación a la
FAN “es chavista” ha gritado, quiso
decir “socorro, tengo miedo”; y allí se pusieron de pie cuatro seres de abultado
vientre que aplaudieron a discreción para que el ruido les calme el temor.
Dios guarde a Venezuela de una invasión del
imperio, porque esos actores en el desfile no le harán frente, podrán dirigir
eso sí sus armas contra el pueblo inerme que para eso fue el desfile, porque el
hombre acobardado quiere atemorizar a la población y de hecho lo lograra en
alguna medida, en la vana esperanza de que transmitido el miedo al pueblo él se
pueda liberar del suyo. Craso error, el miedo no es un objeto exterior transferible,
lo lleva por dentro.
Caracas,
7 de febrero de 2012
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