Es una frase que con frecuencia se escucha salida
de la boca de los irresponsables. Su significado es hacerse responsable de ciertos actos o errores y la consecuencia
para el responsable es la de reparar los daños. Esa frase debe haber sido
pronunciada millones de veces y en la mayoría de los casos no pasa de ser un
desplante, una bravuconada de parte de quien la pronuncia, incapaz de enfrentar
las consecuencias de sus actos.
Entre
esos millones de actos irresponsables, hace 21 años tuvo lugar uno por el que
fue ‘asumida la responsabilidad’ seguida de un ‘por ahora’ que devino
histórico, sobre el cual quiero llamar la atención ahora que está recién
fallecido quien pronunció la frase, ya que se ha pretendido por lo menos desde
hace diez años asociar la acción de aquel entonces y la simpatía que su asonada
produjo, con una sintonía popular por un proyecto de redención de los más
desposeídos, que al momento de la asonada no existía y por lo tanto, menos aún,
era conocido por ellos.
La
simpatía por la asonada se manifestó popularmente en los niños disfrazados con
boinas rojas en los carnavales del año
1992 y dejó ver el hastío de una población con un proyecto político que a pesar
de los logros en educación, salud, infraestructura, movilidad social,
descentralización y hasta separación de poderes, que se evidencia en la
defenestración de CAP.
A
seis años de la asonada después de convencer al ‘responsable’ de una ruta
distinta a la que implicaba el ‘por ahora’ lo único que había como propuesta
era “freír en aceite a los adecos y copeyanos”, pero una vez alcanzado el poder
los confabulados se han encargado de escribir el guion de una fantástica
historia que junta las proezas de la guerra de independencia a las pocas
acciones, poco gloriosas, de los actores de ese movimiento donde lo único que
destaca es el despilfarro de la más fabulosa cantidad de ingresos vista en
Venezuela.
La
población venezolana que en 1998 se vio atraída por la idea de freír en aceite
a adecos y copeyanos estaba conformada
mayoritariamente por adecos y copeyanos de tercera y cuarta generación que
llevaban cinco años de horfandad, desde 1993, en el lado adeco producto de la
destitución de CAP y en el lado de Copei por la separación de su fundador.
¿Que
causó la deserción de esa militancia? Muchas cosas, pero quiero resaltar una,
que atañe a lo que espera el pueblo del gobierno. El
modelo cepalista que entusiasmó a los políticos latinoamericanos de la
postguerra dejó ver sus carencias cuando
comenzaba la década de los setenta, pero para bien o para mal, el alza de los
precios del petróleo en diciembre de 1973 le permitió a CAP continuar la misma
política del estado benefactor y hasta nacionalizar el hierro y el petróleo. La
tentación de presentarse como Mecenas de los pobres y ser amado de las
multitudes es muy grande, así que proclamó la “Gran Venezuela”, con desaciertos
y aciertos, destacando en los segundos
la Fundación Gran Mariscal de Ayacucho
para capacitar venezolanos en todos los niveles, pero en el marco
general de la política económica cepalista ya agotada, que hizo posible que
Luis Herrera ganara la elección con su pregunta ¿dónde están los reales? En
buena medida por la misma razón CAP había derrotado a Lorenzo Fernández cuando
Caldera hacía publicidad de haber coronado en el último año las cien mil casas
anuales prometidas, pero el ingreso real per cápita había descendido, aunque
con irrespeto del oyente se proclamara que el pan de a locha costaba una locha.
El gobierno de Luis Herrera se inició con un
intento de economía de mercado para superar el cepalismo, pero AD como partido
de oposición lo detuvo y el nuevo aumento de los precios del petróleo por la
guerra Iran-Irak, puso fin tempranamente a ese esbozo de redimensionar la
política económica tomando nuevo impulso el esquema cepalista y “el gobierno de
los pobres” se limitó a correr la arruga, como luego lo haría el de
Lusinchi. CAP 2 con sus IESA BOYS fue
un segundo intento por salir del cepalismo, pero más efectivo y real que el de
Herrera con sus muchachos del London School of Economics, y por lo tanto más
traumático, porque su partido AD no era partido de oposición sino de gobierno y
no lo detuvo sino que aguantó el chaparrón. Cuando vinieron las asonadas era
tiempo para AD como partido diferenciarse del gobierno y lo hizo. Es útil
acotar que la popularidad de CAP por sus planes en beneficio de los pobres en
su primer gobierno, recuerden la misión baños limpios, le permitió diez años
después de su salida el triunfo porque más de lo mismo, pero mejor, era la
expectativa electoral.
A pesar de su castrismo, de su comunismo y de su
socialismo del siglo XXI y salvo por lo que respecta a la destrucción de todo
lo existente incluida la democracia imperfecta pero incluyente, el chavismo
repite el modelo del estado benefactor ayudado por los impensables precios del
petróleo y no sale de ese modelo, porque, aunque no me lo van a creer, el
Bolívar que Chávez pretendió emular es CAP con sus patillas del siglo XIX en el
cerro Bolívar nacionalizando el hierro cuando él se graduaba de sub-teniente.
Todo lo demás es la fábula construida desde el gobierno y repetida miles y
miles de veces por radio y televisión.
Caracas,
13 de marzo de 2013
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