Podría
ser motivo de risa por lo estúpido. Sin embargo no lo debe ser por lo pérfido.
Que el alto mando militar se permita afirmar que el cáncer presidencial que lo
condujo a la muerte es el resultado de la acción de una ‘potencia extranjera’
para contagiarle el mal, al mismo momento cuando el usurpador encargado se lo
atribuye a su sufrimiento por el pueblo, no tiene otra explicación que la de
fomentar en toda la población capaz de tragar semejante emplasto, simpatizantes
o no del difunto, el rencor contra los perpetradores de tal hecho.
Se
hace también evidente el desprecio que por el pueblo al cual se le dirige ese
mensaje tienen los que lo formularon y lo difunden. Es el resultado de eso que
se ha dado en llamar ‘sala situacional’. Dada una determinada situación de
hecho, como la muerte por cáncer del presidente, se reúnen los dirigentes
políticos con expertos en psicología social para determinar que se puede hacer
para sacarle provecho político a ese hecho. Nada menos que al hecho de la
muerte de la persona de quien se dicen seguidores.
También
está presente el concepto goebbeliano de la mentira mil veces repetida que se
convierte en verdad, que es un segundo modo de despreciar al pueblo, al cual se
le saturó con esa información y se le seguirá saturando para tenerlo atado al
credo de la mentira, que le permite a los propagadores contar con seguidores
que pasan de la condición de seres humanos a la de animales domesticados.
El
anuncio de la presentación de la prueba de lo que se afirma, es parte del
manejo previsto en la ‘sala situacional goebbeliana’. No hay prueba alguna de
tan patrañezca afirmación, pero sí la decisión de anunciarla con igual o mayor
despliegue que el hecho mismo, porque así servirá para que muchos crédulos
aseguren mañana que se presentaron las pruebas. Triple nivel de desprecio al
pueblo.
El
tiempo de la mentira es como la aceleración de un vehículo sin frenos en una
bajada. Desde que el presidente salió para Cuba
a someterse a una operación las mentiras sobre su estado de salud fueron
en aumento: fotos con las hijas, firmas escaneadas, el anuncio de una sesión de
trabajo de donde salió la designación de Jaua como ministro. Cada mentira menor
se tapa con una mayor.
¿Acaban
de descubrir la inoculación? Yo acuso de la muerte del presidente a sus
ministros, a su alto mando militar. Ellos sí sabían de su estado de salud y que
para intentar su curación era necesario someterse a un
tratamiento riguroso, sistemático, sin interrupciones, pero lo necesitaban en campaña
para que les asegurara sus cambures, al igual que los hermanos Castro para su
financiamiento.
Caracas,
6 de marzo de 2013
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