Que el hijo de Castro, Fidelito, como lo llama la
prensa haya manifestado su conformidad con el “democrático” método para
sustituir a su padre en el poder no es de extrañar. Mientras la población
cubana, salvo la burocracia oficial y algunos deportistas que son alimentados
como quien cría ganado para las exhibiciones, se muestra famélica, Fidelito
está gordazo.
Que tal declaración se produzca cuando Venezuela
ensaya copiar el sistema cubano de transmisión del poder que allá se produjo de
un Castro a otro Castro y aquí se pretende de Chávez a Maduro, tampoco es de
extrañar, ni que la prensa se interese en la opinión que sobre este tema pueda
aportar quien no es sino la demostración
más palpable de la castración perpetrada por Castro durante más de medio siglo
a la población cubana.
¿Qué ha hecho Fidelito para pasar a la historia y
para que una declaración suya merezca ser atendida por la prensa? Se dice que
Vicentico fue separado del poder por Juan Vicente porque conspiraba contra
éste; y dejó como recuerdo haber ejercido un muy alto cargo público y ser el
autor, falso o cierto, de una conspiración nada menos que contra Juan Vicente.
¿Pero Fidelito qué?
Trujillo, el sátrapa dominicano bautizó a sus
hijos “Radamés y Ramfis” para que no cupiera duda de que había engendrado
personajes de ópera, la célebre Aída; y que por lo tanto los dominicanos no
podían esperar de sus descendientes la continuación de la satrapía, pero Castro
no llegó a prever lo que sería Fidelito, quizá hasta lo soñó heredero de su
corona de opresiones y de infamias aún antes de haberla alcanzado y por eso
diez años antes lo bautizó con su nombre, si hubiera visualizado lo que sería,
recurriendo a otra ópera pudo llamarlo Fígaro, Papageno o Gianni Schichi,
porque al fin y al cabo será heredero de sus bienes.
La prensa atiende la declaración de Fidelito
porque es como el eco de lo que el candidato ungido más por Castro (Raúl) que
por Chávez ofrece en sus arrebatos de oratoria. Maduro está ahí como un
verdadero personaje no de ópera sino de opereta, exigiendo a los medios cesar
el “festín de la muerte”, después de haberlo presidido por diez días, en un remedo histórico de Juana la Loca paseando con el
cadáver de Felipe el Hermoso.
Caracas, 26 de marzo de 2013
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