El
ministerio de elecciones del gobierno chavista arrancó temprano por una
sorpresiva campaña publicitaria para promover un nuevo invento electoral. Un
extraño aparatico que no se usa para votar en ningún país y que recuerda uno de
los controles implementados por el servicio de seguridad de USA tras los
atentados sangrientos del 11 de abril de 2001 para protegerse de terroristas,
tratando de identificarlos por sus huellas dactilares.
Todos los que han
viajado al Imperio, como Nicolás Maduro y otros diputados gozones, han pasado
por ese momento tenso de poner su dedo en un aparato de control policial para
entrar a territorio americano y para montarse en un avión. Todos se han sentido
escrutados, registrados, casi violados en su intimidad por esas capta huellas
manejadas por severos, y a veces mal encarados, oficiales de inmigración
gringos. Ahora las va a usar Tibisay y su banda para que los venezolanos
podamos ser autorizados a ejercer nuestro más importante derecho político:
votar.
¿Por
qué lo quieren hacer si ya nos han captado nuestras huellas para dotarnos del
único instrumento legalmente indispensable para votar: nuestra cédula de
identidad? La cédula nos la suministra en gobierno, supuestamente después de
comprobar nuestros datos identificatorios, de nacimiento y filiación, y
verificar que no tenemos otro registro con otro nombre o edad. Para eso nos
recogen las huellas, y nos conceden una credencial oficial que conocemos como
cédula de identidad, respaldada por toda la autoridad del Estado venezolano. No
nos hace falta más para identificarnos ante autoridades, como el CNE, u otras
instituciones, como bancos y servicios de salud.
Nos
dicen que el aparatico se instalará para evitar que votemos más de una vez, en
la misma mesa o en cualquier otra a donde nos pudiéramos desplazar el día de la votación, a pesar de que nos van
a embadurnar el dedo con una tinta especial preparada para evitarlo, por el CNE
en sus estrictos laboratorios de asesores cubanos del G-2.
En su
campaña sorpresiva para promover el aparatico decían algo tan extraño como “tu huella es tu voto”, casi afirmando
que se votaba con la huella, afirmación por demás incomprensible pero posible
luego que hemos pasado de votar, como en todo el mundo, con una papeleta que se
contaba en una caja que se abría al terminar la jornada, a hacerlo con una
tecla en otra maquinita. Extraña la
campaña pero en nada inocente ni torpe. Lo que nos estaban sembrando en la
imaginación y el inconsciente era lo que querían que entendiéramos: que con esa
huella que nos volvían a obligar a registrar registrábamos nuestro voto, y de
allí a hacernos ver que se preparaba otra lista Tascón no quedaba ninguna duda.
Con el aparatico que recogía nuestra inocente huella conectada a la máquina que
registraría nuestro voto “nuestra huella identificaba nuestro voto” y no al
votante.
Más claro no cantó ninguna de las gallinas del CNE. Ante esta campaña
hubo un desconcierto inicial como el que sigue a todo invento: el avión, el
bombillo, la radio, etc., y dos reacciones políticas: los que no quieren atacar
al CNE rojo rojito porque, de buena fe, creen que eso espanta a los votantes y
los que olieron que algo podrido se traía el nuevo aparatico para las huellas,
y se pusieron a pensar. Los últimos, “diablos radicales de la oposición”,
estudiaron el aparatico, las excusas del CNE para tanta innovación y el costo
de la nueva compra, para llegar a conclusiones interesantes, a saber: “no es
posible que el aparatico identifique mi huella entre los 19 millones de
inscritos en el REP; no puede indicar a la mesa de al lado en el mismo centro
de votación que yo ya voté en otra mesa, y menos aún a otro aparatico en otro
centro de votación en la misma ciudad o en el mismo estado; a lo mejor me puede
denunciar con un pito o alarma si vuelvo a votar en mi misma mesa porque me
limpié el dedo embadurnado con la tinta y me puse barba y peluca de distinto
color que el de mi pelo original.” Lo
que los llevó a concluir que el aparatico no servía para casi nada pero el casi
tiene dos caras, más duras que las de los rectores del CNE; una, que el
aparatico es otro negoción millonario de algún valido boliburgues, otro chip
gasolinero, porque un aparatico multiplicado por 40.000 mesas son 40.000
aparaticos que valen muchos dólares; otro Pudreval, vamos.
La
otra cara, más tenebrosa y muy propia de estos malandros que nos gobiernan,
socios del narcotráfico con las FARC, organizadores de colectivos asesinos,
liberadores de pranes secuestradores, cómplices de la entrega de Venezuela al
comunismo cubano, es la del manejo del miedo; ese instrumento que han utilizado
siempre los tiranos para someter a sus ciudadanos. Miedo a ver, miedo a ser
testigo, miedo a opinar, miedo a defender a un inocente, miedo a decir, en fin,
miedo a votar de acuerdo con la conciencia y la esperanza personal. Y ése es el verdadero objetivo y
justificación del costoso aparatico “capta huella” llamado SAI, más nada. No
sirve para más nada, y eso hay que decirlo porque el pueblo, no sólo lo
entiende, sino que lo sabe desde el mismo día de la primera cuña. Están
equivocados los que se empeñan en quitarle importancia al aparatico y hasta lo
quieren vender desde las trincheras de la oposición; no, el pueblo no es tonto
y no le gusta que lo tomen por tal. El pueblo quiere ser protagonista y no
grey; no quiere que lo tomen por manada útil de pastores bobos. El pueblo
quiere pelear y lo está demostrando cuando acompaña a Henrique Capriles a cara
limpia en todos los actos públicos. El pueblo sabe lo que es el miedo después
de 160.000 asesinados, millones de bombas lacrimógenas respiradas en sus
protestas legítimas, pero el pueblo no quiere más miedo ni bobos que los
consuelen. Quiere la verdad y luchar por y junto a ella; por eso está en la
calle.
Acompañémosle denunciando los aparaticos que no sirven sino para querer
meter miedo.
Espantemos nosotros a las Sayonas del CNE y a su jefe agónico que
el resto de los espantos corren solos ¡Ya basta!
Caracas,
2 de agosto de 2012
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