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30/5/12

La paradoja delincuencial por Oswaldo Páez-Pumar


Apenas concluido el proceso de desalojo del retén judicial La Planta, como para que no haya duda sobre el objetivo que persigue el gobierno de Chávez Frías, se le confía a la Guardia Nacional la misión de despojar de su armamento a la policía del Estado Carabobo. Durante una semana permaneció la Guardia en “el sitio de La Planta”, desde cuyo interior se transmitieron mensajes como la disposición de los reclusos a aceptar su movilización a otros centros siempre que se les permitiera trasladarse con sus pertenencias: las armas y la droga.

Al tiempo de la evacuación causó sorpresa la forma no controlada como abandonaban el recinto, por lo que respecta a la identidad de cada preso, a la razón por la cual estaba privado de libertad y la libertad tanto para abordar el transporte que lo conduciría al nuevo destino, como para portar consigo, sus pertenencias, cuya disposición habían reclamado mientras duró el sitio. Sin embargo, a mí me causó más sorpresa la expresión de un jerarca de esa fuerza armada encargada de la evacuación, según la cual, el control se realizaría en el lugar de destino.

La impresión comunicada a la ciudadanía fue que no solamente la fuerza encargada de la ejecución, sino también la dirección de la ministra de prisiones resultaban de una ineptitud galopante que se tradujo en un inmenso riesgo para los habitantes de las zonas aledañas hasta que se produjo el desalojo; y que llegó a manifestarse espantosamente en los colegios de la cercanía: los niños fueron acostados en el suelo de los salones de clase para proteger sus vidas.

Presumo que la misión de desarmar a la policía de Carabobo tiene un objetivo, una finalidad y trato de encontrarla, pero no lo logro. Sin duda es paradójico lo ocurrido, mientras los reclusos reclaman su derecho a usar armas que no pueden llegar al lugar de reclusión sino con la complicidad de los custodios, éstos llevan a cabo el desarme de quienes tienen la misión de portarlas para proteger a la ciudadanía y ofrecerle seguridad.

No sería extraño que esas armas fueran a parar a los sitios de reclusión y que mañana la ministra acusara a la gobernación del Estado Carabobo de suministrarle armas a los reclusos. La otra hipótesis es que se trata de levantarle el espíritu a una de los componentes de la fuerza armada para la guerra asimétrica que libraremos contra el imperio, devolviéndoles la confianza de que aunque no desarmen a los pranes si pueden desarmar a otros grupos armados.

Caracas, 30 de mayo de 2012

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