La
prohibición constitucional de modificar la ley electoral en los seis meses que
preceden a la realización de un proceso no se circunscribe a lo que es el texto
de la ley, sino que abarca el marco regulatorio todo. La prohibición como es
general incluye toda la estructura ciudadana con capacidad para legislar, hasta
la que pudiera originarse en una iniciativa popular. Sin embargo, está en
principio dirigida al gobierno que tiene entre sus atribuciones
constitucionales la de “la iniciativa de reforma de las leyes”.
Sostener
que la incorporación de la capta-huellas a nivel de la máquina receptora del
voto no es violatoria de la norma constitucional, porque ésta se refiere a la
ley y no al reglamento, no sólo es un sofisma ridículo, sino que su mismo
empleo comprueba la primera afirmación “la prohibición no se circunscribe al
texto de la ley, sino que abarca al marco regulatorio”. Comprueba también la
segunda “la prohibición aunque general está dirigida al gobierno” porque
permite apreciar como el gobierno a través del CNE que responde a sus
directrices quiere imponer la reforma, que nadie le ha pedido y usa argumentos
falaces como que así se imposibilita que alguien vote “dos veces”. Para lograr
su objetivo se escuda en que no está reformando la ley.
¿Por
qué tanto empeño en imponer la capta huella en un machihembrado con la máquina
de votación? Porque se quiere violar el secreto del voto, lo cual es posible
aunque a primera vista no lo parezca, precisamente porque aunque la computadora
que es la máquina de votación no guarde la secuencia de la forma como mezcla
los votos depositados para que no tengan coincidencia con el registro de la huella,
eso no lo hace la máquina por sí sola, pues carece de voluntad propia, no es
ser humano es máquina, responde a un programa y el programa está ahí, comprado
y pagado por el CNE y a su disposición.
La diferencia
con la capta huella o capta huellas externas es que el orden de los electores no
queda establecido porque cuando el elector pasa el punto de control se originan
las nuevas colas para las mesas que no forma parte del programa de mezcla
“dizque para preservar el secreto”.
Si
asumimos ‘gratia argüendi’ que lo dicho anteriormente es la estupidez de un
ignorante de la cibernética, no hay otra conclusión posible sino que se quiere
fomentar esa creencia para transmitirle al elector que el voto no es secreto y
que si el gobierno no sabe por quién votó usted lo puede descubrir, aunque no
lo pueda.
¿Por
qué concluimos rotundamente? Porque el gobierno no cree en las elecciones, las
usa si, pero como instrumento. El mentor,
Castro, ya le mandó hace tiempo una admonición a Ortega cuando la señora
Chamorro le ganó en Nicaragua: “revolución no pierde elecciones”. Eso es así porque
“la revolución está por encima de la Constitución”. Esto no lo digo yo, lo dijo
“Delgado Ocando” antes de ser magistrado del TSJ y cuando lo fue lo aplicó.
¿Y
vamos a ir a las elecciones? Sí. Con todo, siendo lo primero que no damos reconocimiento
anticipado a los resultados que anunciará el CNE. Nos lo quieren arrancar con
el chantaje de que son el árbitro y que si no lo proclamamos desde ya es porque
estamos conspirando. Es lo que ellos han hecho siempre. Esta es la hora en que
el CNE no ha dado los resultados oficiales por los cuales se eligió la asamblea
espúrea del 2005, ni los de varias elecciones más incluyendo la victoria
“pírrica” que negó la reforma constitucional.
Caracas,
29 de mayo de 2012.
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