¿Alguna
vez Chávez les ha fallado a ustedes? Esa es la pregunta que le formuló a sus
seguidores desde Yaracuy. No sé que pensarán ellos. A mí no me ha fallado.
Sería imposible pues nunca esperé nada. Lo que si ha ocurrido es que lo que
temí se ha hecho realidad y aunque siempre es posible que esa realidad empeore
no hay que negarle méritos en cuanto a su capacidad para destruir.
Colocado
en el puesto de sus seguidores, creo que Chávez les falló el 4 de febrero de
1992. Por eso ha dedicado millones a una
publicidad cuyo objeto es hacer aparecer el fracaso militar que tuvo, donde su
cobardía jugó papel importante, en una supuesta victoria política donde fueron
más actores que él mismo quienes lo sacaron de su peregrinar abstencionista,
una vez que lo liberaron de la cárcel; y por supuesto el pueblo que lo eligió y
se entusiasmó con él y al que cuestiona
ahora porque se queja de que no hay luz, ni agua. En eso les ha fallado porque
el pueblo quiere luz y agua. Porque hacer patria no es vender la idea de una
supuesta guerra contra “el imperio” donde él se imagina que no se le aflojarán
los esfínteres como en el museo militar.
Les
falló el 11 de abril de 2002 cuando frente a una manifestación inmensa, pero
inerme, primero la mandó a agredir con armas y luego renunció y puso a sus
seguidores inmediatos a esconderse. Por eso ha dedicado otra cantidad de millones
a una publicidad destinada a fabricar un golpe de estado. Por eso meritorios
policías que protegían a la ciudadanía están condenados a 30 años de presidio,
la pena máxima que existe en Venezuela, prevista para el delito en el cual
estuvo incurso, cuyas cobardes sentencias responden a sus instrucciones
directas como lo ha revelado su colaborador Aponte Aponte.
Les
falló en esta campaña tratando de comprar sus votos con objetos, ofreciendo y
dando electrodomésticos y luego culpando al pueblo por las fallas de la
electricidad porque están consumiendo mucha. Vaya paradoja. Regalar neveras,
cocinas, lavadoras y batidoras y esperar que baje el consumo de electricidad.
Ahora,
le pregunta al pueblo ¿en qué les ha fallado? Justamente cuando no está
fallando, cuando toda su obra pide a gritos que no voten por él. Catorce años
mostrando que no sirve para nada y cuando el pueblo que ha querido pensar que
no es su culpa, que lo tienen engañado, que los colaboradores son malos
finalmente acepta que no sirve y no va a votar por él, entonces lo cuestiona y
le reclama.
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