Si desea comunicarse con nosotros puede hacerlo por forodemocratacristiano@gmail.com
o hacer click en "comentarios" debajo de cada artículo para dejar su opinión.

3/7/11

HUGO CHÁVEZ FRÍAS. ¿Un enfermo nos gobierna? por Humberto Maio N.

"El estado físico mental de determinados dirigentes políticos, oficiales y almirantes, revelan problemas de salud que afectan su vida y su honor y que perjudican de ese modo, directamente, a la seguridad del estado y al bien colectivo".

Sir Winston Churchill.

Nuestra historia nos ha demostrado fehacientemente, que una cantidad respetable de dirigentes políticos y militares que han asumido la primera magistratura del país o han ocupado cargos de gran relevancia y responsabilidad, no estaban en condiciones físicas o especialmente mentales, para desempeñarse con acierto y eficacia, y tomar las mejores decisiones en función del bien colectivo y del interés nacional. También se ha especulado sobre la necesidad, de que así como todo individuo para ejercer su profesión o ingresar a las fuerzas armadas, debe pasar por un riguroso examen médico, físico y psicológico, con más razón el futuro comandante en jefe, cuyas responsabilidades son mucho mayores y cuyo estado de salud atañe a los intereses de la comunidad, debe pasar, por lo menos, los mismos exámenes impuestos a otros con menos responsabilidades. Por otro lado, resulta evidente, que otra de las deficiencias que han demostrado nuestras instituciones democráticas, y la supuesta madurez de nuestros electores, consiste en la de prevenir la llegada al poder supremo, de un enfermo físico y quizás también la de un enfermo mental. Estas consideraciones nos llevan a algunas reflexiones sobre el origen de la voluntad de poder, que el Dr. Pierre Rentchnick, trata admirablemente en su obra: Medicina e Higiene. Los huérfanos gobiernan al mundo. La toma del poder aparece como una compensación de intensas frustraciones sufridas en la infancia, la más importante, la del niño abandonado (huérfano, ilegítimo, rechazado, etc.). El poder se vislumbra desde entonces como una terapéutica, incluso como una droga, una panacea por las frustraciones sufridas, y se comprende entonces esta necesidad de dominar a los hombres, de gobernarlos y hacerles soportar la ley del desquite. Estos hombres no van a admitir nunca abandonar el poder, como consecuencias de comprobaciones médicas, y por lo tanto se les debe desplazar, quitar o destituir, porque para ellos el poder es sagrado e irrenunciable y solo una parte minoritaria e ignorante del pueblo, acepta y admira, este poder carismático de determinados jefes de estado.

Hoy día pareciera que la actitud frente a los que detentan el poder político-militar, colocados en la jerarquía legislativa, ejecutiva, judicial y en la de las fuerzas armadas especialmente en el ejército, oscila entre cuatro vertientes. Una sería la de la aprobación admirativa, adoradora e incluso idólatra. La segunda, opuesta, sería la de una resistencia amarga, sarcástica e irónica, que, absteniéndose de todo impulso de admiración o aceptación, llegaría hasta la imprecación anárquica y el rechazo violento. La tercera vertiente, la de los que siempre flotan como el corcho y sobreviven al temporal. Por último, son pocos los que se plantean seriamente la imperiosa y urgente necesidad de salir, a como dé lugar, del enfermo para salvar a la patria. En consecuencia, resulta un imperativo, que la información médica debe completar la información política y deben afianzarse cada vez más los mecanismos para que el poder establecido no se convierta en abusivo y usurpador.

1 No se trata en definitiva, de descubrir la faz oculta del jefe político, sino en hacer comprender claramente que el ejercicio del poder, en nuestros países, se convierte en una droga y en consecuencia, el estudio de la salud física y mental del jefe del estado, no debe constituir una sencilla manifestación de curiosidad, de interés político opositor, ni cívico ni filosófico, sino que se convierte en una cuestión de legítima defensa de los ciudadanos.

UNA SINTOMATOLOGÍA PREOCUPANTE.

El ascenso al poder.

Con este hecho se completa un cambio total en la personalidad de Hugo Chávez, que se configura y define radicalmente, una vez que todas las riendas del poder quedan reunidas en su puño. Han aflorado en él, una euforia, una jovialidad dionisíaca, una necesidad de expansión que se manifiesta en la verborrea, las bromas, los retruécanos y la familiaridad, la vehemencia y las pérdidas del control sobre sí mismo. La desinhibición, como dicen los neuropsiquiatras. Rebosa de júbilo, se ha convertido en un poderoso, él, un pequeño venezolano, medio campesino, inculto, medio militar, se siente, a la par de los grandes, tanto al este como al oeste, tanto al norte como al sur, en Asia, África, Europa, el Lejano y Cercano Oriente, en toda la América. Pretende remover a todo el mundo y surcar el planeta.

Manifiesta un deseo incoercible de mostrar su fuerza, de medirla directamente con la de sus adversarios y hasta con la de sus aliados; este deseo le llevará a sustituir personalmente a sus embajadores, a sus ministros. Quiere ver y oír todo por sí mismo, hacer todo por sí mismo se convierte en un néctar. Todo evidencia, que se ha puesto de manifiesto un individuo psicótico-maníaco-depresivo.

El acceso al poder ha borrado todo sentido crítico y de rectificación. El humor maníaco no es forzosamente alegre en él. Puede pasar con gran facilidad de la ironía mordaz a la cólera, hasta la maldad. Persisten en él, sobre todo, la excitación y la extravagancia. Pese a sus responsabilidades de hombre de estado seguirá cantando, bailando y jugando. Hará las delicias de los periodistas. Pero en pequeñas bocanadas de delirio, sus palabras excesivas, sus rabietas fingidas o reales lo comenzarán a ahogar. De seguir su deterioro, puede llegar el momento que no se controlará más y comenzará a ver fantasmas y quienes le rodean se sorprenderán de verle deprimido. Allí comienza el verdadero peligro.

El drama con los maníaco-depresivos.

Hugo Chávez oscila de la culpabilidad del pecado a la exuberancia del deseo. Nadie puede predecir ni prever sus reacciones. Salta desde la profunda necesidad de humillación y de castigo a la glotonería, al festín canibalesco. Lo impulsa un oscuro afán de destruir más que de construir. Provoca a las grandes potencias, más concretamente a Los Estados Unidos, y se atrae como rechazo, obviamente, un odio casi frenético o la desconfianza, de la comunidad internacional civilizada y desarrollada. Se acerca a China, Rusia, Cuba y a los países fundamentalistas musulmanes. Se siente a la par de Los grandes héroes de la independencia, se siente como la reencarnación de Bolívar, un segundo Fidel, otro Mao Tsé Tung, cuando en realidad es apreciado y tenido como una suerte de vándalo tropical y sabanero, sólo comparable en nuestra historia con el indio guamo Juan Nicolás Ochoa, famoso por sus fechorías, desmanes y crueldades, mejor conocido como “Guardajumo”.

2 Otros rasgos de su personalidad.

Se trata de un carácter hipomaníaco (optimista y oportunista) y su fuerza reside en los rasgos asociados a este tipo de carácter. No se le puede otorgar confianza a largo plazo. No hay que perder de vista que Hugo Chávez es extremadamente rápido en captar y explotar las situaciones inmediatas; su reputación de sagacidad (de la cual está orgulloso) descansa en este rasgo que es puro oportunismo. Es muy receptivo y dispuesto para reaccionar inmediatamente si percibe una posibilidad de ganancia. Es impulsivo en el marco de las metas que se ha fijado. Es un hombre prosaico y directo en su acción. Le gusta poner sus manos sobre algo concreto y con preferencia espectacular. Si parece no comprender, es que, con propósito deliberado, intenta esperar, para luego lanzarse con un despiadado ataque.

Sin embargo, se puede explotar su gran energía y su deseo de hablar ya que padece de una distrofia glosolálica. Esta disfunción consiste en una alteración metabólica que lo induce a desbordarse ante el ruido de sus propias palabras. Esta propensión de su espíritu lo hace aún más adicto a sí mismo de lo que había sido siempre (narcicismo). Tolera mal las frustraciones y se irrita si le contradicen. Necesita hablar directamente. El protocolo o la insistencia sobre la dignidad pueden sacarlo de quicio. Es peligroso "acorralar" a este hombre sin darle alternativas, o en todo caso, ante una situación de confrontación definitiva, no se le puede dar ninguna oportunidad o vía de escape, y se le debe "anular", también en forma definitiva.

Hay que conocer su filosofía.

Realmente Hugo Chávez, no posee una sólida formación intelectual, ni cultural, ni filosófica. Pese a poseer una memoria prodigiosa, su formación es inconsistente y a saltos. Pero, tiene su pequeño mundo propio que no está sujeto a revisión. Su esquema mental rígido responde a un nacionalismo irracional y a un socialismo comunista fuera de época y fuera de todo contexto. Para él, el estado y lo colectivo deben tener primacía sobre el Individuo y existe una incompatibilidad y conflicto permanente entre el "capitalismo salvaje" y su comunismo o socialismo redentor ya que el capitalismo occidental y las grandes potencias, quieren destruir tanto a los estados como a las sociedades de los pequeños países pobres. No está en capacidad para conceptuar el valor que posee la-libertad individual y la posibilidad de una neutralidad frente a los sistemas socio políticos existentes (aspecto paradójico por su nacionalismo exacerbado), o la libre determinación de los estados democráticos. En estas condiciones, no comprende literalmente ciertas premisas, tales como la regla de la mayoría, la elección individual ante una decisión del Estado, la autonomía local, etc. No comprende determinadas reglas de derecho internacional, que no tienen ningún valor ni cuentan ante sus ojos, frente a ciertos desarrollos históricos y más concretamente para su "proyecto revolucionario comunista". Las palabras democracia y libertad tienen para él otro significado. Es esencialmente autoritario y autocrático. Se ve a sí mismo al margen y por encima de las diferencias grupales. Se concibe como lo opuesto a un partido político. Su misión con relación a la sociedad es de naturaleza global o general. Su alcance máximo es la nación como ente social único y como un todo, merecedor de todos los sacrificios, honores y lealtades. Esta concepción lo lleva a rechazar e incluso a odiar a la política, como legítima competencia de intereses contrapuestos. Su mentalidad totalitaria y globalizante, le impide conocer y asumir la lógica de la política y pone en evidencia, su verdadera, disimulada y oculta incapacidad para el diálogo y la negociación política.

3 La enfermedad reciente.

La opinión pública nacional, se ha visto sacudida desde hace cierto tiempo, y más recientemente, por una serie de informaciones que ponen de manifiesto un precario estado de salud en Hugo Chávez, ó al menos, por el estricto anonimato y torpe manejo de los funcionarios - la enfermedad no es de Hugo Chávez, es del jefe del estado-, han sembrado serias dudas sobre su supuesta inexpugnabilidad e invencibilidad. Enfermedades que van desde cáncer nasofaríngeo, afección severa en la rodilla, absceso pélvico (consecuencia de apendicitis crónica, diverticulitis grave o tumor prostático), sarcoma de kaposi, septicemia como secuela de una liposucción practicada en su hospital en los sótanos de Miraflores, etc., etc.,etc.

Obviamente, lo que sí pareciera quedar claro, es que respondiendo al clásico esquema marxista y fidelista y propio de los dictadores maníaco-depresivos, se espera un regreso triunfal y apoteósico con el propósito de “aislar y preservar” su imagen ante la inmensa catástrofe nacional en todos los órdenes.

Apreciación final.

Todo intento de acuerdo con este personaje, debe partir de la base de su concepción egoísta, pragmática y excluyente de su "proyecto político castro-comunista” .Desde todo punto de vista, un hombre normal no puede medirse con las proezas energéticas de Chávez.

Hace uso de muchos recursos y viejos trucos, como por ejemplo, la prolongada y excesiva duración de sus cadenas televisivas y radiales, conferencias y actuaciones, que buscan mermar la resistencia de sus adversarios, desmontar y desajustar permanentemente a los medios de comunicación y mitigar cada vez más a la desarticulada y pobre oposición política.

El psiquiatra francés Pinel, nos resume admirablemente a nuestro personaje en los siguientes términos: "Su manía puede ser el fruto de todo lo que las pasiones tienen de más vehemente y más arrebatado, de todo lo que el entusiasmo puede engendrar de más exaltado y de más fogoso, de todo lo que el fanatismo y el amor a lo maravilloso puede sugerir de romántico o de quimérico. Es tan pronto un delirio alegre y jovial, que se exhala en salidas vivaces e incoherentes en propósitos plenos de petulancia y desatino, como en la ampulosidad de un orgullo gigantesco, y que solo se nutre con el aparato pomposo de las dignidades y de las grandezas"…Por eso es factible esperar su glorioso, heroico y radiante retorno.

Humberto Maio N.

Este trabajo fue elaborado el 24 de junio de 2001.

Luego revisado y actualizado el 20 de junio de 2011

ante las enfermedades, reales, supuestas ó inventadas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario