Según dijera Fray Luis “como decíamos ayer”: que
la Sala Constitucional del TSJ dicte mañana un fallo estableciendo que no hay
necesidad del juramento es la consecuencia natural de la sujeción del Poder
Judicial al Ejecutivo. También dijimos que era una sujeción auto infligida.
Esta última afirmación hoy no lo vemos tan clara.
Si nos resulta claro que la doctrina Maduro ha
madurado y que la magistrada ha fallado. Sin embargo, todavía falta un paso
más, el Poder Ciudadano debe decidir, conforme al número 3 del artículo 11 de
la Ley que lo rige si ese fallo implica, que la Sala o que la Magistrada ponente
ha actuado con grave e inexcusable ignorancia de la Constitución de la RBV, de
la ley y del derecho.
Mañana el Poder Ciudadano dirá que en la historia
de Venezuela no ha habido una decisión donde quede mejor recogida la letra y el
espíritu de la Constitución; por lo que presumo que la Universidad Bolivariana
de Venezuela procederá a otorgar el título de doctor en derecho al señor
Maduro, visto que son sus luces jurídicas las que iluminaron el camino de la
magistrada ponente; y que en consecuencia, la realización de estudios para
obtener la licenciatura en derecho resulta un formalismo, como lo es el juramento, a pesar de que la ley de la
materia dispone que es previo al ejercicio de las funciones y que el mandato
dado para ejercer la presidencia en la elección del año 2006 expira el mismo
día 10 de enero de 2013 y no es prorrogable, como tampoco el juramento de
cumplir la Constitución que fue dado por el término del período que fenece.
La verdadera consagración de la doctrina del TSJ,
pero sobre todo la de Maduro que ejerció el cargo de Canciller, será sin duda
cuando la misma sea acogida internacionalmente, lo que seguramente será muy
pronto en el “imperio mismo” cuando el recién re-electo presidente Obama entre
a desempeñar las funciones de Presidente en el nuevo período sin formalismo, como
debe ser.
No me resta sino explicar porque no veo claro lo
de la sujeción auto infligida. La respuesta es que la sujeción de un poder a
otro implica la existencia de más de uno, lo cual no existe sino en el texto de
la Constitución, en la realidad no hay separación de poderes es una sola
estructura agavillada que lo mismo grita
desde la sede del TSJ “uh, ah, Chávez no se va”; que “y si se va, nosotros no”.
Con razón los obispos de Venezuela anticipándose a lo que ocurriría lo
declararon moralmente inaceptable. Hay que rescatar la vigencia de la
Constitución y es el deber de todo ciudadano investido o no de autoridad.
Caracas, 9 de enero de 2013
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