Resulta fácil explicar la intervención del
embajador Chaderton en la OEA, pero absolutamente innecesario porque se trata
de un vasallo. También es fácil explicar la “solidaridad”
con Venezuela de los embajadores de otras naciones que temen que un cambio de
gobierno, implique un cambio en la largueza con la cual Chávez administra el
presupuesto nacional en favor de sus seguidores internos y externos.
La actitud del embajador Guillermo Cochez,
luchador por la democracia, merece reconocimiento. Me atrevo a señalar que
encuentra raíces en la solidaridad que para con Panamá- entonces bajo la égida
militar- tuvo Venezuela con su política de “institucionalización de la libertad
y la democracia en el continente”, que sin duda ayudó a alcanzar la democracia
de la que hoy disfruta su patria; y por eso le duele lo que ocurre en Venezuela.
Que el tema de lo que ocurre internamente en cada
país se aborde con cierta cautela también es
explicable, porque el principio de la no intervención que nació como un
escudo de protección a la soberanía de los pueblos, no de sus gobiernos, en los
tiempos de la gestación del imperialismo y el colonialismo gravita todavía
enormemente no tanto en la visión de la comunidad internacional, como entre los
actores políticos que temen ser mañana víctimas de la subordinación del mismo
al derecho del ser humano individual y de los pueblos a la libertad.
Es así como la OEA no puede evitar tener entre sus
objetivos la protección de los gobiernos que designan los embajadores que
conforman con el Secretario General la asamblea. Eso explica incluso como, sin
tomar en consideración la constitución de cada país, la separación del cargo de
quien detenta el poder ejecutivo, se considere un golpe de estado. Los
embajadores nombrados por el poder ejecutivo llevan instrucciones de sus
poderdantes para que condenen la separación del cargo del titular del poder
ejecutivo (el presidente) por el poder judicial (caso Honduras) o por el poder
legislativo (caso Paraguay). Esto explica, aunque solo en parte, el silencio.
La otra parte se explica porque la democracia no
se origina en la naturaleza del hombre, sino en su educación y disciplina para
someter al animal que lleva adentro; y que al igual que en el mundo de las
fieras pretende imponerse a todo el rebaño. A veces pienso que mucho gobernante
demócrata envidia en su subconsciente a los tiranos.
Caracas, 17 de enero de 2013
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