El
pasado 10 de enero un grupo de venezolanos afirmamos, y entonces promovimos
mediante un manifiesto, nuestra angustia y protesta por la sumisión de nuestras
instituciones oficiales a la dictadura castro comunista cubana y el rechazo a
unas autoridades electorales espurias por ilegales e inconstitucionales. Su
presentación estuvo a cargo de uno de los venezolanos más destacado por su
honestidad, integridad y autenticidad en su trayectoria; desde su participación
en la Junta Patriótica que dirigió el derrocamiento de la anterior dictadura,
la de Pérez Jiménez, hasta el ejercicio sin tacha de altas responsabilidades
administrativas y políticas. Ajeno a ambiciones pequeñas, sin interés en
candidaturas absurdas, su voz resonó con la valentía de quien entiende el
momento grave que vive la patria. Habló por todos nosotros y lo sigue haciendo.
Ese documento lo hemos suscrito más de 5.000 ciudadanos y la voz de su
expositor ha sido oída por más de 37.000 inter escuchas. Es una clarinada que
anuncia la libertad.
Desde
la aparición de este primer manifiesto, el chavismo levantó las orejas por la
señal de la rebelión que se les viene encima con ánimo de hacer justicia luego
de tanto desafuero contra los venezolanos, que nos ha costado más de 200.000
asesinados, pérdidas de cientos de miles de empleos, quiebra de pequeños,
medianos y grandes productores, desabastecimiento, escasez, mercado negro y
ruina. Una rebelión inevitable e imparable que dará cuenta de los prevalidos
chavistas que se han enriquecido con desparpajo y destruido Venezuela. Ya temen
la mano de un pueblo que los castigará muy pronto.
La
reacción de los jerarcas y esbirros menores del chavismo ha sido la de siempre,
según los patrones ideados por los nazis alemanes de Hitler y seguidos por su
mejor discípulo en nuestras tierras caribeñas, Fidel Castro: Acusarnos de dos
graves delitos, elaborados con el mayor cinismo, y con el ánimo de desviar
hacia otros su traición a la patria. El primero, ya de vieja usanza, afirmar,
por boca de una diputado chavista en eso que llaman Asamblea Nacional, que
estamos financiados y apoyados por 15 millones de dólares provenientes de USA;
como si para denunciar a los traidores nos hiciera falta dinero o ánimo
extranjero. Es lo que les pasa a estos cipayos del castro comunismo cuando se
sienten en descubierto y no se han preparado para lo que les viene. Pues que
sepan que esa acusación no nos preocupa más allá de que no ser real, que bien
quisiéramos tener apoyo de otras naciones libres, como el Vaticano, el Reino de
España, la República francesa, que se nutrió del General Miranda, del Imperio
Británico, que nos aportó la Legión Británica, aquella que definió a favor
nuestra Independencia, hoy perdida, con su carga al lado de Bolívar, Páez y
Negro Primero, en el campo de Carabobo el 24 de junio de 1821, cuando fuimos,
por primera vez, nación soberana para devenir hoy en colonia de Cuba. Bien
quisiéramos el apoyo de Polonia, Hungría, Checoslovaquia, Rumania y demás
naciones que sufrieron la dominación comunista y ahora se nos quiere imponer; o
de Alemania e Italia, sometidas al fascismo que tanto amó y copió en su
juventud el dictador cubano Fidel Castro Ruz, el amo y ductor del pobre Hugo
Chávez y sus acólitos Maduro, Cabello, Jaua, Rangel, etc., con su cohorte de
felones rojos y de uniforme. Ya quisiéramos el apoyo de los Estados Unidos de
Norte América, ése que recibió Miranda en su expedición libertaria con la
fragata Leander, pero que no nos llega porque para Obama debemos ser nosotros
los que mitiguemos el hambre del pobre pueblo cubano a costa de nuestro
petróleo e impedir otro Mariel que agobie las playas americanas cerradas para
los desesperados de Cuba y Haití, como se ha cerrado la frontera gringa a los
laboriosos jornaleros mexicanos y sus oportunidades con un muro de Berlín a lo
texano. Pero no, no recibimos ayuda ni del “imperio” cómplice, que engulle
nuestro petróleo y financia las locuras agónicas de Chávez, ni de otra potencia
“amiga” y todo queda a nuestras manos y coraje, y por eso insurgimos, por eso
aparecimos y por eso insistimos en acabar con la pesadilla del chavismo, con
nuestros propios medios y sin auxilio, desgraciadamente. No nos acompleja la
ayuda pero no llega porque nadie hace por nosotros lo que nosotros no hagamos
por Venezuela. Es nuestro problema y así lo asumimos.