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4/6/13

POLÍTICA EXTERIOR por Julio Dávila Cárdenas

El reciente encuentro privado de Henrique Capriles con Juan Manuel Santos, trajo como consecuencia un desconcierto general en el manejo de la política exterior de Venezuela. Cuando quienes detentan el poder tuvieron noticias del viaje que hacia el vecino país haría Capriles, inmediatamente se encendieron las alarmas y el primer error consistió en presumir que el encuentro sería con el ex-presidente Uribe. Al parecer los servicios de inteligencia venezolanos y suponemos que los cubanos, no demostraron su tan cacareada eficiencia, pues se limitaron a señalar que el encuentro sería para conspirar con quien no se ha caracterizado por haber sido complaciente con el régimen anterior ni con el actual.

La sorpresa ha debido ser mayúscula cuando se enteraron que la reunión sería con Santos y con su ministra de Relaciones Exteriores, María Ángeles Holguín. Ello bastó y sobró para que en abierta demostración de la anarquía que existe actualmente en el país, saltara a la palestra no quien funge de canciller sino el presidente de la Asamblea Nacional, Diosdado Cabello, para declarar que ello constituía una “bomba” que podría destruir las relaciones entre los dos países. Jaua, -a quien se le recuerda no sólo por el hecho de que cuando Chávez trató de designarlo embajador en Argentina, el finado Kirchner no le otorgó el plácet, sino también por un “famoso discurso” pronunciado en Barquisimeto, para la inauguración de unos juegos deportivos- manifestó que el haber recibido Santos a Capriles demostraba que las más altas autoridades colombianas se encontraban conspirando contra Venezuela.

Llama la atención que quienes asumen la vocería del país en esa situación, son los mismos que fueron derrotados por Capriles en sus aspiraciones a la gobernación del estado Miranda. La impresión que dan es la de estar resollando por la herida.

Mientras tanto, Nicolás Maduro, canciller designado por el presidente Chávez, quien se mantuvo en el cargo desde 2006 hasta 2013, debió haber aprendido al menos los rudimentos de cómo debía conducirse la política exterior, aun cuando ello no resultaba fácil en aquellos tiempos en que todo lo decidía la única voz que se oía en el país y a quien sus subalternos debían obedecer sin derecho a opinar y menos a disentir.

Parece que no “pegan una”.  A la grave crisis política, económica y social que aparentemente abarca también lo militar, se le une ahora otra de política exterior. Lo grave es que la última alocución de Maduro al Alto Mando, parece que fue hecha para tratar de cohesionarlos ante una “eventual” agresión externa. No parecen recordar que esa es un arma sumamente peligrosa que casi nunca da los resultados esperados.



Experiencias existen y son numerosas.

julio.davilacardenas@gmail.com

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