Ocho
son las acepciones que registra el DRAE para la palabra revolución. La primera,
acción de revolver, que es menear de un lado a otro. La última, giro o vuelta
de una cosa sobre su eje, que es volver o regresar a donde se estaba. También
revolución es el cambio violento de las instituciones de una nación. Ese cambio
violento de las instituciones implica por supuesto un descontento con la forma
como funcionan y el deseo de que funcionen de manera radicalmente distinta,
pues de no ser así, si se quiere algo específico, simplemente basta una
reforma.
¿Por
qué una misma palabra sirve para definir dos ideas tan contrapuestas como la de
revolver que es similar a la de girar sobre su propio eje y la de cambiar
violentamente las instituciones? La respuesta no es sencilla pero intuyo que
cuando usted desea un cambio absoluto y total es porque su descontento y
rechazo de lo existente también es absoluto y por lo tanto no lo quiere cambiar
sino erradicar.
Esto
significa construir de la nada y como acabar con todo es un imposible, puesto
que implicaría acabar con nosotros mismos, la revolución conceptualizada como
cambio institucional se convierte en una revolución, es decir, gira sobre su
propio eje, da vueltas sin avanzar, rota y no produce cambio alguno. Bastaría
para mostrar que funciona en rotación permanente, tomar cualquier institución y
ver como se la somete una, dos y diez veces a reforma tras reforma, porque no
se sabe a donde se quiere llegar.
La
evolución institucional permite avanzar y mejorar porque identifica el cambio
que se propone hacer. La revolución al no identificar que y cómo lo quiere
cambiar termina rotando sobre su eje en el lugar de partida, mientras que los que van evolucionado se distancian más; y
un nuevo iluminado proclama una nueva revolución que para acortar distancias,
propone rotar a mayor velocidad sobre el propio eje, pues los culpables de
nuestros males son esos que han evolucionado y se nos han distanciado porque
nos han abierto las venas a nosotros latinoamericanos y nos estamos
desangrando.
En
realidad lo que ocurre no es que nos hayan abierto las venas sino que nuestros
gobernantes tienen obstruidas las arterias con los escombros de las incontables
revoluciones, que no han servido sino para enriquecer a sus protagonistas y
empobrecer al pueblo; y como es a través de ellas que el oxígeno llega al
cerebro usted puede concluir porqué estamos así.
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