De un tiempo para acá me viene molestando ese ambiente festivo, de cordialidad y alegría en nuestras marchas de protesta. Se supone que son marchas de protesta contra los presos políticos, policías y demás, contra la corrupción del gobierno, contra las leyes que violan la decisión del 2/12/07, contra el despojo de las facultades a alcaldes y gobernadores, contra el apoyo chavista a las FARC, contra la invasión de castristas, contra los exilados, contra la inseguridad, contra el desempleo, contra las agresiones al derecho de propiedad en campos, industrias y ciudades, contra la desinstitucionalización de nuestras FAN, etcétera, etcétera, etcétera, y me parece que vamos a todas como si estuviéramos celebrándole triunfo del Real Madrid, del Milán, o de Stefanía… A la última no fui porque mi mujer tenía jaqueca y me quedé a acompañarla y a marchar por la TV, pero en la anterior me le acerqué a un camión preñado de cornetas que no hizo sino “sonar” salsa y sambas a mi lado, para complacencia y bailoterapia de algunos, y le pregunté que a quién respondía, que cuál era su responsable, y a duras penas, después de identificarme y recurrir a mi pasado militante de COPEI, pues tenía un afiche con un enorme 3 enmarcado en verde, me dijo que era contratado por un exgobernador copeyano y que no tenía instrucciones especiales sino de “animar”. Cuando viví en Paris, vi muchas manifestaciones de sindicatos y estudiantes contra el gobierno, o contra algo, serias pero sin disturbios y vigiladas muy de cerca por las fuerzas antimotines, unas CRS más arbitrarias que Benavides Torres, y nadie iba bailando ni con rochelitas; iban serios, entonando consignas de protesta e himnos con rostros adustos y de pocos amigos, hasta con la prensa que los pretendía filmar o fotografiar de cerca. Para mí, así es que se protesta; así se protestó en Budapest en 1956, en el mayo francés, antes de mi llegada, en la primavera de Praga del 68. Las fotos que me han enviado, que son iguales a las que todos toman porque son de las mismas manifestaciones y marchas que siempre hacemos, no deben ser comprendidas en el exterior ni causan el efecto interno que deben causar. He visto manifestaciones contra la violencia de ETA o contra decisiones que ha impuesto la UE a campesinos franceses o gallegos, y son de protesta, no de fiesta. Creo que lo nuestro es una consecuencia de la actitud de los “dirigentes” que no traslucen una disposición de lucha real sino de mantener y encauzar el disgusto general hacia una “oportunidad electoral”. Algo debe cambiar.
Caracas, 6 de septiembre de 2009
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