JULIO DÁVILA CÁRDENAS | EL UNIVERSAL
martes 6 de septiembre de 2011 12:00 AM
Montesquieu, en Mis pensamientos, afirma que "La sola ventaja de un pueblo libre es la seguridad que tiene cada quien de que el capricho de uno solo no le quitará los bienes ni la vida". Lamentablemente, de acuerdo a esa afirmación, los venezolanos no podemos ser considerados un pueblo libre, no sólo porque carecemos de la confianza de que no se nos arrebatará la vida ni los bienes, sino porque ni siquiera contamos con la posibilidad de la seguridad. Por el contrario, casi se puede afirmar que no existe familia en el país que haya salido indemne de la inseguridad reinante. Vivimos en un constante desasosiego, producto de lo que se pudiera considerar una estrategia para sembrar el temor o el terror entre los ciudadanos. Maniobra que se palpa al comprobar que poco o nada se hace para disminuir esa inseguridad.
El comunismo y el fascismo son las dos grandes tendencias antidemocráticas que vivieron sus momentos cumbres en el siglo XX. Ambas se complementan y se hacen préstamos ideológicos. Sus gobernantes demostraron una clara vocación al despotismo y a la tiranía y lo continúan haciendo. La siembra del miedo constituye uno de sus baluartes, que se mantiene hasta que el pueblo se indigna. Es enton- ces cuando ese temor se revierte hacia los gobernantes y éstos comienzan a huir en desbandada. Claro ejemplo de ello sucede actualmente en Libia, ocurrió en la Europa Oriental, en Irak, en Egipto y está a las puertas de Siria y de algún otro país.
Recientemente ha salido a la luz una tercera edición del libro de Ángel Bernardo Viso, Las revoluciones terribles, obra que Simón Alberto Consalvi considera como uno de los grandes libros escritos en Venezuela. En el se hace un análisis de lo que han sido las revoluciones moderadas, como la de los colonos norteamericanos que condujo a la creación de Estados Unidos de América y sus diferencias con las terribles, como la francesa y la hispanoamericana, en las que las ideas se transforman en violencia y "junto con la manipulación ideológica, el estamento dominante recurre al Terror... tanto en su sentido propio como en la radicalización inmediata de la perpetua guerra, que únicamente puede terminar con el triunfo o la derrota de la revolución a escala continental". Pero además, Viso fue premonitorio en el 2000 cuando se publicó la segunda edición, allí afirmó, refiriéndose a Chávez, que "a partir de entonces, 1999, no ha hecho algo diferente a lo acostumbrado por los dictadores de todas las épocas, pelajes y colores: socavar el orden jurídico y vulnerar el Estado de Derecho para eternizarse en el poder, en nombre de la 'soberanía' popular".
julio.davilacardenas@gmail.com
El comunismo y el fascismo son las dos grandes tendencias antidemocráticas que vivieron sus momentos cumbres en el siglo XX. Ambas se complementan y se hacen préstamos ideológicos. Sus gobernantes demostraron una clara vocación al despotismo y a la tiranía y lo continúan haciendo. La siembra del miedo constituye uno de sus baluartes, que se mantiene hasta que el pueblo se indigna. Es enton- ces cuando ese temor se revierte hacia los gobernantes y éstos comienzan a huir en desbandada. Claro ejemplo de ello sucede actualmente en Libia, ocurrió en la Europa Oriental, en Irak, en Egipto y está a las puertas de Siria y de algún otro país.
Recientemente ha salido a la luz una tercera edición del libro de Ángel Bernardo Viso, Las revoluciones terribles, obra que Simón Alberto Consalvi considera como uno de los grandes libros escritos en Venezuela. En el se hace un análisis de lo que han sido las revoluciones moderadas, como la de los colonos norteamericanos que condujo a la creación de Estados Unidos de América y sus diferencias con las terribles, como la francesa y la hispanoamericana, en las que las ideas se transforman en violencia y "junto con la manipulación ideológica, el estamento dominante recurre al Terror... tanto en su sentido propio como en la radicalización inmediata de la perpetua guerra, que únicamente puede terminar con el triunfo o la derrota de la revolución a escala continental". Pero además, Viso fue premonitorio en el 2000 cuando se publicó la segunda edición, allí afirmó, refiriéndose a Chávez, que "a partir de entonces, 1999, no ha hecho algo diferente a lo acostumbrado por los dictadores de todas las épocas, pelajes y colores: socavar el orden jurídico y vulnerar el Estado de Derecho para eternizarse en el poder, en nombre de la 'soberanía' popular".
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