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17/3/11

La espada de Bolívar por Oswaldo Páez-Pumar

Algunos de nuestros presidentes a lo largo de los años
entregaron a distintos jefes de estado la réplica de la espada de
Bolívar, que paró en manos de personas meritorias, anodinas e
indeseables. En los doce años de ejercicio del teniente-coronel los
recipiendarios de tal distinción se han multiplicado y “la espada
que camina por la América Latina” viajó por África y Asia,
para ir a parar a manos de dictadores que han subyugado por
décadas a sus pueblos, en contradicción con el ideal republicano
y democrático de Bolívar.
Con motivo del movimiento surgido en Libia en contra de
Gadafi, que ha dejado en evidencia su condición de homicida,
más bien genocida, se han levantado voces para solicitar de
Chávez que exija la devolución de la réplica de la espada.
No estoy de acuerdo. Que se la quede y que la guarden también
ese saco de dictadores con vocación de perpetuidad que la han
recibido de su colega venezolano. Al fin y al cabo el único destino
de esas espadas si las devuelven sería su destrucción.
En Venezuela, aun en los tiempos más agrios para Bolívar que
condujeron a la fundación de la República de Venezuela,
separada de la Colombia creada por él, siempre se ha tenido
respeto por su figura y su epopeya, sin necesidad de vincular
su nombre al de la nación, como tampoco lo estuvo al nombre
de Colombia.
Bolívar ha sido factor de unidad para los venezolanos, aunque
su figura haya sido utilizada políticamente a lo largo de los años
para combatir a los adversarios, desde el gobierno o desde la
oposición. Los venezolanos nos sentimos herederos de su legado
representado por el ideario republicano y democrático que se
basa en los tres caracteres recogidos en nuestras constituciones,
desde la de 1830 a la presente: representativo, responsable y
alternativo.
Ahora que el nombre de Bolívar se ha unido al de la nación y
pasamos a llamarnos República Bolivariana de Venezuela
enterramos la representatividad con las comunas controladas
por el ejecutivo, la responsabilidad con la delegación de la
facultad de legislar y la abulia para exigir rendición de cuentas
y no de cuentos a los ministros; y la alternabilidad con la
reelección a perpetuidad.
Trocamos el ideario bolivariano por el ideario castrista,
mugabista, mubarakista y gadafista del dictador perpetuo.
Esta es mi contrarréplica a los que exigen de Chávez que
reclame la devolución de la réplica de la espada.
Reclamémosle la renuncia por haberla conferido.

Caracas, 2 de marzo de 2011

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