Las casas que Chávez prometió no serán construidas.
Y no porque la cifra sea imposible de alcanzar como señalan
algunos. No serán construidas porque el plan de construcción
lo dirigen Chávez y Farruco Último; y consiste en convocar
a las empresas constructoras “no expropiadas por ahora” para
imponerles la obligación de emplear sus maquinarias y ocupar
sus ingenieros y obreros en terminar las obras paralizadas de las
empresas “expropiadas”. El gobierno no construye una sola
vivienda.
Son los constructores quienes las edifican y como el objetivo
es acabar con ellos, no habrá construcción, como no la hay en
Cuba desde hace 52 años, salvo los hoteles turísticos construidos
por empresas españolas como evidencia de la independencia
económica alcanzada bajo el totalitarismo de Castro.
La amenaza de Farruco a las constructoras es igual a la de
Ramírez a los contratistas de PDVSA y por eso la producción de
un barril cuesta hoy el doble, o a las del Inti a los propietarios de
tierras; y así como no se construirán las casas no habrá siembra
de arroz, maíz o papas porque han sido expropiados quienes
sembraban voluntariamente.
El trabajo libre que redime y ennoblece se lo quiere convertir
en el trabajo impuesto que atropella y humilla; y al que
apodan modo de producción socialista, que comienza con la
consigna “un día de trabajo gratuito para la revolución” y
termina en la esclavitud total, como la que padece el pueblo
cubano.
No habrá cemento porque fueron expropiadas todas las
empresas que lo producían y lo mismo ocurre con las cabillas,
con los alimentos, los envases y ¡válgame Dios! la gasolina; y
es que por causa de utilidad pública el pueblo de Venezuela no
puede permitir que haya algo bajo el control de los personeros
de este gobierno que todo lo destruye.
El pueblo soberano, en ejercicio de su soberanía, debe poner
término cuanto antes mejor a un régimen que, salvo el arranque
de sinceridad del ministro Giordani para anunciar que es en
la pobreza donde florece el socialismo, no hace otra cosa que
mentir.
Mentirosa es toda la información que los ministros presentan
a la opinión pública cuando hablan del crecimiento de estos doce
años. Basta para desmentirlos a todos, incluido por supuesto el
vocero mayor, las cifras de importaciones que muestran el
descenso de la producción nacional.
El pueblo tiene derecho, como depositario de la soberanía, a
exigir ya la salida del equipo de gobierno y su capitán,
sin esperar las elecciones del año 2012.
Caracas, 23 de febrero de 2011
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