En el simulacro de salutación a las FAN, limitado a un acto teatral
más y,por su padecimiento, sólo en Fuerte Tiuna y no en las
demás guarniciones del país, como es tradición obligada, Chávez
lanzó su nueva gracia: Insinuó que el cáncer que sufre y lo está
acabando es obra de USA; hasta ahí no deja de ser una
manifestación más de su psicopatía, agravada, como explican
fuentes médicas serias, por el avance de su incurable enfermedad
y los efectos del tratamiento a que lo someten sus médicos cubanos.
Pero es que en esta nueva oportunidad llegó a más y aseveró
que el cáncer que sufren otros políticos socialistas, y compinches,
también es producto de una maniobra gringa selectiva. La
declaración ha sido recogida por la prensa del mundo entero,
para vergüenza nacional, aunque para él, acostumbrado al
narcisismo y a las payasadas, la hilaridad mundial por tan
grotesca conclusión, lo nutre de orgullo y lo considera otra
de sus genialidades. No ha entendido que ya nadie
lo toma en serio sino para aprovecharse de sus préstamos,
inversiones y regalos, con recursos de todos los venezolanos.
En una ocasión memorable, el Rey Juan Carlos de España se
vio en la ineludible necesidad de mandarlo a callar, y se calló,
cuando desbarraba sin ton ni son sobre cualquier cosa pero,
como es usual, sin medir las consecuencias de su verborrea.
Tuvo que regresar de la historia el Soberano de España a
conducir al redil a un nativo insolente y fuera de sí, como si
los 200 años que median entre su última orden real
y nuestro 19 de abril de 1810 no hubieran ocurrido y nos
merecíamos otra vez la conducción madura de un corrector
de conducta.
Ahora bien, no sólo ha hecho el ridículo con la acusación a
Norte América de propiciar su enfermedad, sino que a metido
en el saco de la burla a otros mandatarios y líderes de su
afinidad, sin medir el efecto que tal inclusión causó en las
familias y amigos de verdad de los afectados que sí se han tomado
con la seriedad, debida por su cargo e influencia en sus países,
el mal que los aqueja. Usarlos en su broma de mal gusto no le ha
debido gustar a Lula, Lugo, Dilma o Cristina. Me los imagino,
con la mueca del disgusto en sus caras, tratando de separarse
de Chávez y sustraerse se la estrambótica versión; tratando
de esquivar a cualquier medio de comunicación, nacional o
extranjero, que les pidiera una opinión sobre este último chiste
chavista. Y no podemos descartar a los embajadores de Brasil,
Paraguay y Argentina haciendo piruetas en nuestra cancillería
autobusera, portátil, y hasta en el despacho de Soto Rojas, para
que la flamante mayoría de la Asamblea Nacional no incurriera
en el desaguisado de siempre, de corear una condena al Imperio
por haber fraguado y consumado el nuevo y genial magnicidio
colectivo de cómplices socialistas. De seguro los apuros de la
diplomacia superan las vergüenzas locales de los invitados a
comparsa. Hasta el pobre Fidel, achacoso y agónico, llevó lo suyo
al ser citado como el promotor del disparate que, si no fuera por
lo criminal de su historial, diríamos que es otro cómico divertido;
como aquellas parejas del cine americano de nuestra infancia,
Laurel y Hardy o Abbot y Costello ¡Qué pena Raúl! Eso te pasa
por sacarle el jugo a Chávez sin dejarlo reposar en su gravedad...
No se conoce todavía la reacción del gobierno de Obama ni si la
habrá, porque dentro de todo están obligados a mantener la
cordura y el estilo de gran nación, acostumbrados a sufrir embates
de todo tipo y ya hartos de las ocurrencias de nuestro Idi Amin
Dada sabanetero, pero se nos ocurre que la inteligente señora
Clinton, que tanta paciencia demostró en las andanzas poco
serias de su marido, ante el acoso de los periodistas
experimentados de la prensa americana, pudiera exclamar
que nuestro Dictador es un “Funny Guy”, o mejor, atendiendo
irrespetuosamente a racismo que se quiere inocular
inutilmente a nuestra mestiza y bella Venezuela, lo calificara
de tan sólo un ocurrente “Funny Boy”.
Caracas, 29 de diciembre de 2011
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