Primera nota, la moneda: El bolívar, envilecido por la política económica del socialismo del siglo XXI, va hacia la condición del peso cubano, que no es moneda sino ficha, o billete de monopolio. Por eso nadie quiere pesos cubanos, ni bolívares. La razón es que nadie necesita pesos para adquirir lo que Cuba no produce, ni bolívares para adquirir lo que Venezuela produce, porque cada día produce menos. El monopolio petrolero genera dólares y el gobierno cree que son suyos y no de la nación, respaldo del papel moneda que emite y que al carecer de ese respaldo se convierte en moneda de papel.
El paquete chileno es una versión de la estafa por la cual el estafador confía al estafado la guarda de un paquete de billetes que no son tales sino papel, contra la entrega de dinero real o algún bien valioso. El estafador desaparece con el bien valioso y se queda el estafado con el papel. Así viene ocurriendo por 50 años en Cuba. Fidel le da a la población el peso cubano para que compre nada y la cartilla de racionamiento y toma para sí los dólares del turismo o del petróleo venezolano. De cuando en cuando una cubana produce un bien valioso, actuando de jinetera. Obtiene unos dólares y eso lo llama Fidel mercado negro, cuando en realidad es trata de blancas y también de negras, administrada por él.
En Venezuela Chávez decretó que las reservas en dólares eran excedentarias y la alcahuetería del directorio del BCV así lo confirmó y se las entregó para que dispusiera de ellas a su mejor leal saber y entender. Dispuso de ellas y dejó sin respaldo a los bolívares emitidos y con cara de yo no fui se muestra sorprendido por el alza del dólar y pretende que son las “Casas de Bolsa” las culpables de la debilidad del bolívar. Esto no es mercado negro, ni trata de blancas, es cacería de “bolsas” para lo cual cuenta con fiscales, jueces, policías, guardias nacionales etc. que persiguen a “los culpables” y a cambio reciben la posibilidad de acceder a los dólares que el monopoliza y administra con cicatería.
Segunda nota, producción y comercio: La merma de las reservas no es la única causa del envilecimiento del bolívar. Esto es un asunto complejo que dejo a los economistas, pero el valor de intercambio de los bienes que produce una economía fundamenta el valor de su moneda. Mucha producción mucho valor, poca producción poco valor.
En esta década en Venezuela ha mermado la producción de arroz, papas, granos, leche, azúcar, aceite, harina, cemento, cabillas, envases, carne, pollos, huevos en buena medida porque los productores han sido confiscados; y también porque los beneficiarios de esas confiscaciones no están interesados en producir sino en hacer la revolución.
El valor de intercambio de la revolución y de los revolucionarios es nulo, nadie la compra ni los compra. Sería una bendición que los compraran al menos aquellos que quieren imitarnos como Evo, Correa, Ortega, Cristina, Lula y el bendito Zelaya, pero no, no los compran por eso siguen aquí; y por eso necesitan siempre de un motor financiero ajeno a la revolución, para eso está el petróleo.
Como, salvo la producción de revolución, toda la otra ha mermado, incluido el petróleo y el precio congelado de los demás productos es pagado en billetitos de monopolio (bolívares fuertes), la tendencia al alza, esa sí, es cada vez más fuerte; y la tendencia a obtener el pago en moneda de verdad ni se diga. Por eso llaman especuladores a los productores y al fenómeno contrabando de extracción. Dios mío, si en los otros países que nos proveen de todo lo que no producimos aplicaran ese criterio nos estaríamos muriendo de hambre. Lo que nos ocurre es lo que ocurrió en la Unión Soviética bajo Stalin y que el imperio con sus excedentes de producción de trigo logró paliar varias veces. El medio siglo fidelista es la meta: el mar de la felicidad.
Esta es la causa de que se evaporara un billón de dólares. El gobierno lo sabe, se da cuenta de la caída de la producción y por eso transita de un plan a otro. Fundos zamoranos, ruta de la empanada, cultivos organopónicos, cooperativas, empresas mixtas, empresas de producción social, ninguno funciona pero usted y yo somos los culpables, porque todos los días el verdadero culpable repite en cadena de radio y televisión que somos culpables. Seguramente yo más que usted por lo que digo.
Tercera nota, el acaparamiento: Usted debe haber oído que los pérfidos capitalistas destruyen las cosechas para que no baje el precio y que acaparan para que suba.
Eso ha ocurrido en la historia. Es cierto. Por cierto en una ocasión para disparar la independencia de América.
Ahora han salido a relucir las pérdidas y putrefacción de alimentos importados en grandes cantidades. El jefe le resta importancia y es claro, porque son sus colaboradores quienes a primera vista son responsables. Digo a primera vista porque ellos también tienen una excusa. No han podido preservar y distribuir esos alimentos porque debieron cumplir con un deber más importante: ir a escucharle sus diarias explicaciones sobre el progreso de la revolución.
Ni al productor, ni al acaparador se le pudre el producto porque les ha costado dinero y la única forma de recuperarlo es llevarlo hasta el consumidor final. Pero a los administradores de fincas confiscadas o de “containers” importados si se les pudre, porque no les ha costado nada. Al contrario la ganancia está en importar. Venderlo al consumidor final más bien comporta un gasto que disminuye la ganancia.
Ese gasto es la cadena de distribución. Los intermediarios que Chávez maldice porque encarecen los productos, lo que implica que la meta es que cada quien produzca lo que se va a comer. Ese es el socialismo del siglo XXI que nos retrotrae al siglo XXI antes de J. C. Es decir, acabar con la división del trabajo salvo por lo que respecta a Iris para que legisle, Luisa Ortega para que impute, Luisa Estela para que sentencie y sobre todo Hugo Rafael para que nos explique el sentido de la existencia.
Caracas, 4 de junio de 2010
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