Seguro que el presidente
cuando le hable a las focas
que lo aplauden como locas,
dirá que usted no es valiente.
No tome el agravio feo
como ofensa a ser vengada,
pues es la baladronada
del héroe del museo.
Recuerde señor Zuloaga
que el que la hace la paga;
y se está acercando el día
en que la restauración
de nuestra Constitución
va a aplastar la felonía.
25/6/10
¡PRESIDENTE, VUELVA AL CABILDO! La interpelación a Emparan por R. Ovidio Pérez Morales
¡PRESIDENTE, VUELVA AL CABILDO!
La interpelación a Emparan
El 19 de abril de 1810, cuyo bicentenario acabamos de conmemorar, Francisco Salias, interpretando la voluntad popular, conminó al Capitán General Vicente Emparan a volver al Cabildo, máximo cuerpo representativo de la ciudadanía en ese momento. El Ayuntamiento había sido convocado para resolver la confusa situación nacional, a raíz de la crisis de poder originada en España por la intervención napoleónica. Emparan había sido invitado a la reunión capitular y conocía la finalidad de la misma; pero quiso evadir una decisión y por ello se dirigió a la Catedral para asistir a la celebración litúrgica del Jueves Santo.
El Ayuntamiento, además de sus miembros, congregaba en esos momentos a diputados, delegados, de diversos sectores de la ciudadanía, acompañados por una creciente aglomeración popular. Se tenía así una asamblea, la cual, en esa circunstancia, debía abordar la suerte política de Caracas y Venezuela, y, como se percibía en el ambiente, decidir sobre su identidad y futuro como pueblo soberano.
El volver al Cabildo, por parte del Capitán General, significaba enfrentar con realismo la desafiante situación, y responder, con receptividad y lucidez, a las profundas e ineludibles aspiraciones de libertad y autonomía de la Provincia de Caracas y de gran parte de la Nación. El margen de maniobra de Emparan era estrecho, pero su mejor opción no consistía en eludir responsabilidades, sino en enfrentar la crisis y favorecer una salida, la menos traumática posible para todos.
El Cabildo estaba consciente de que la agenda de ese día no la ocupaban intereses simplemente de un estrato determinado de la población o problemas sólo sectoriales por grande que fuesen. Lo que estaba sobre el tapete era cómo recoger, dándoles forma institucional, los anhelos y propósitos autonómicos de un vasto conjunto humano, que el Acta de la Independencia denominaría, al año siguiente, como “la Confederación americana de Venezuela en el continente meridional”. El cuerpo capitular reflejaba y representaba, con acierto y limitaciones, un sentimiento unitario nacional. Se estaba en una etapa germinal y este sentimiento debía traducirse ulteriormente en estructuras socio-económicas, políticas y culturales coherentes con una verdadera unidad. En ese momento, en efecto, persistían discriminaciones y exclusiones, no sólo de hecho, sino también de derecho (afirmación que, a doscientos años de distancia podemos repetir con humildad y reconociendo pecados actuales).
A propósito de estos hechos es oportuno traer aquí a colación lo expresado por la Conferencia Episcopal Venezolana en su reciente carta pastoral sobre el Bicentenario: “…entre el 19 de Abril de 1810 y el 5 de Julio de 1811, los fundadores de la Patria tomaron la difícil decisión de formar la República de Venezuela y proclamaron un hermoso sueño nacional, conscientes de la grandeza del mismo, del sacrificio que implicaba, así como de las limitaciones para llevarlo a cabo”. (No.4).
“Tanto el 19 de Abril como el 5 de Julio—señala este documento—fueron dos acontecimientos en los que brilló la civilidad. La autoridad de la inteligencia, el diálogo, la firmeza y el coraje no tuvieron que recurrir al poder de las armas o a la fuerza y a la violencia. La sensatez en el intercambio de ideas y propuestas respetó a los disidentes y propició el anhelo común de libertad, igualdad y fraternidad”. (No.5). Más allá de la ambivalencia de aquellos acontecimientos, y posteriores procesos, el gran resultado tangible fue nuestro nacimiento como país independiente y la voluntad “…de lograr formas de convivencia y libertad para toda persona sin exclusión… aspiración primordial, pero imperfecta”. (No.9).
Doscientos años después
En verdad, la Venezuela que conmemora su Bicentenario reconoce los límites de aquel sueño y esa aspiración, pues si “de derecho todos estaban incluidos en la esperanza y en la bendición de Dios, invocada para… una forma de convivencia que… fuera ámbito de vida, de libertad y de dignidad para todos, de hecho… la gran mayoría de los sectores populares quedó excluida”(id.), pero, además, tras comenzar en 1998 “…un proyecto… de “refundar” la República… (cuya) ambición no sólo toca el tejido material y organizativo… sino también y, sobre todo, afecta el fondo íntimo, espiritual, del alma nacional” (id. 20), la Patria es hoy, en primera instancia, un país desgarrado, que se desangra e involuciona. Decir esto no significa en modo alguno ser “profeta de lamentaciones y desgracias” e ignorar la positividad tanto del existir mismo de la comunidad nacional en cuanto crisol de razas y pueblos, como de los valores y logros que registra el haber de su peregrinaje. Significa, sí, rememorar responsablemente, dar un aldabonazo a la conciencia de todos mis hermanos para un “despierta y reacciona”, ante la grave crisis que nos amenaza e interpela.
Sin pretender, obviamente, ser exhaustivo, expongo algunos elementos sobresalientes de esa crisis:
1. Venezuela, en efecto, ya no es una como sueño ni una como experiencia de convivencia. Por motivos ideológico-políticos se la ha dividido artificialmente, Por lo menos a la mitad se la califica de apátrida y hasta de antipatriótica, decretándosela excluida del goce pleno de los derechos ciudadanos. ¿Cómo se va a celebrar festivamente, en democracia, el cumpleaños de una República cuya unidad se niega? Ya no se la considera la casa común que soñaron los fundadores, amplia, acogedora, tolerante, pacífica, fraterna, sino el recinto cerrado, exclusivo, único, de una secta maniquea. No ya la gran familia sino un ámbito inclemente de rechazos, y de apartheid superado en otras latitudes. ¡Los Derechos Humanos no son ya de todos los humanos!
2. Venezuela tampoco es ya plural. No se quiere que sea el hogar de un pueblo variado, multicolor, multicultural, donde los diferentes y también los díscolos tienen su lugar. A pesar de que en el Referéndum de 2007 se dijo “no” a la propuesta de convertir la República en un “Estado Socialista”, porque contradice a “la Constitución, y a una recta concepción de la persona y del Estado”—Conferencia Episcopal Venezolana, 19 de octubre de 2007—, se persiste, desde el Poder, en la desobediencia manifiesta al mandato referendario y en la imposición, mediante hechos y “leyes”, de un tal sistema. La Constitución, en efecto, está siendo violada; más aún, no se oculta su interpretación y utilización como simple función del proyecto “socialista”, distorsionándola radicalmente. Está así en juego, obviamente, la legalidad del régimen. El proceso de dependencia de los poderes de uno solo, de estatización global, de centralismo nominalmente comunitario, de hegemonía masificante, acelera su marcha en los distintos campos de lo económico, lo político y lo ético-cultural. La democracia es, por el momento, soportada, pero está acosada, paulatinamente, por un voluntarismo “revolucionario” de vocación autocrática y “mesiánica”, y de desconocimiento o desvirtuación del derecho del hombre.
3. Venezuela ya no es ámbito de vida. Somos un país en monstruosa hemorragia culpable. Ocupamos lugar destacado en el mundo en materia de violencia y criminalidad. Nuestras calles son escenario de incontrolada delincuencia e impunidad; nuestras morgues, abarrotados lugares de doloroso compartir; nuestros juzgados y tribunales, recintos de injusticia por corrupción de venalidad o politización; nuestras cárceles recintos de inhumanidad, antítesis de reeducación, antesalas de muerte. Todo esto no era totalmente inédito, pero se ha exacerbado exponencialmente, al tiempo que el gobierno, de palabra y obra, siembra violencia cuando descalifica, injuria, amenaza y discrimina; cuando exhibe y acrecienta su arsenal bélico, radicaliza la militarización de la población y acentúa la represión de la disidencia. El lema “Patria, socialismo o muerte” es la correspondiente consigna militarista necrófila, de trágicas memorias históricas. No faltan quienes ante la galopante e irrefrenada inseguridad se plantean el interrogante de si ella no correspondería a una política de Estado, tendiente a que muerte y miedo conduzcan a una parálisis que facilitaría la sumisión de la ciudadanía.
4. Venezuela ya no es una nación en “vías de desarrollo. Tenemos un petrocapitalismo de Estado, con liberalidades selectivas hacia afuera y populismo dentro. Motivos ideológico-políticos y el afianzamiento del poder privan sobre las verdaderas necesidades y aspiraciones de la población. Todo ello, unido a una ineficaz, ineficiente y dolosa gestión, está llevando a la caída de la producción nacional, del abastecimiento y del consumo, agravada por crisis inéditas previsibles en los servicios eléctrico e hídrico, configurando un cuadro de carencias y dependencia, objetivamente funcional también al “Proyecto” de concentración y control.
5. Venezuela ya no es respetada en su alma e identidad. La subjetividad y centralidad, la moralidad y espiritualidad de la persona humana se diluyen, para privilegiar la base material productiva y lo simplemente colectivo-estructural, literalmente “alienantes”. Se habla de refundar el país. ¿Sobre qué valores? El “socialismo del siglo XXI” (de creciente referencia marxista-leninista y con confeso modelo castro-comunista) se erige como fin y criterio supremos; se absolutiza y sacraliza la “Revolución”, hecha régimen establecido, convirtiéndola en norma definitiva de lo verdadero y lo bueno. Y todo esto tiende a personificarse en el líder máximo, inobjetable, inapelable, insustituible, omnipotente. En este marco se reformulan los símbolos, se rehace la memoria histórica y se decreta alianzas o mancomunidades con otros Estados, al margen de sentimientos nacionales y populares; se monopoliza la comunicación social, se reestructura la educación, la mentira se hace anti-cultura, se redefine el arte, se instrumentaliza lo religioso.
Volver al Cabildo
A partir de esta celebración del Bicentenario del 19 de abril, considero, pues, un urgente deber de conciencia, como ciudadano, creyente y obispo, retomar la interpelación de Francisco Salias e instar al comandante Hugo Chávez Frías: ¡Ciudadano Presidente, “vuelva usted al Cabildo”!
Le hago este llamado, con el debido respeto a la investidura y a la función, pero también con la claridad y la sinceridad que me exige, desde mi fidelidad a Dios y a mi conciencia, el servicio a Venezuela. Lo hago con esperanza creyente, sabiendo que Dios nos ama a todos, sin excepción, y nos ayuda en cualquier circunstancia a rehacer caminos para el mayor bien de nuestro prójimo. Lo hago también sin juzgar intenciones—cosa que sólo a Dios corresponde—ni considerarme sin responsabilidad respecto de los males que sufre el país. Lo hago, finalmente, sin pretender infalibilidad en mis apreciaciones. Sólo quiero y debo servir.
¿Qué significa hoy “volver al Cabildo”? Ante todo, no se trata de una vuelta “mecánica o anacrónica” a formas u organismos desaparecidos o históricamente datados, sino fidelidad creadora, memoria crítica, despertar consciente, sueño esperanzador.
En pocos puntos le sintetizaré lo que entiendo por ello.
1. Volver a la unidad de la Patria. Esta unidad no podría ser pseudo-armonía etérea o bucólica, tampoco uniformidad monolítica ni homogeneidad masificadora, asfixiantes, sino compartir plural, diversificado. Esto obliga a promover la efectiva participación de todos, individual y grupalmente considerados; a impulsar la solidaridad que integra, así como la subsidiaridad que estimula y conjuga la actividad de los cuerpos sociales intermedios, articulándola con la tarea que corresponde al Estado, en aras del bien común y de su punto culminante: la paz en la justicia y la verdad. Esto recuerda y exige, en lo concreto y cercano, saldar una deuda pendiente con nuestra memoria histórica integral y una responsabilidad con hombres y mujeres reales caídos, mutilados, exiliados, presos o absueltos, convocando a una “comisión de la verdad” sobre los sucesos de Abril 2002. Tarea prioritaria de un Presidente es, en efecto, buscar la cohesión, la confraternidad de todos los ciudadanos, por encima de distingos de cualquier género, con miras a un trabajo corresponsable y compartido para lograr el progreso material, moral y espiritual de la Nación. El Primer Magistrado lo es de todos los venezolanos, no de un “proyecto”, ideología o partido, sino de una sola y misma patria. Nada debe estar más presente en la función presidencial que la prédica y acción convocantes, congregantes, a todos, de quienes es, a la vez, mandatario y servidor (y quienes, si pragmáticamente a ver vamos, son también contribuyentes que pagan los gastos presidenciales).
El retorno a la unidad es volver a la gente con miras a una convivencia ciudadana, viva y polícroma. Esto implica romper el encierro y la polarización en el yo, una idea o la secta. Liberar al país del símbolo por antonomasia de toda hegemonía oficial, y que arbitrariamente secuestra el tiempo y la privacidad del pueblo soberano: las “cadenas”. Abrirse al compartir ciudadano y a las preocupaciones de la entera comunidad; al diálogo sereno y a la discusión respetuosa, que tendrían expresión simbólica en una impostergable iniciativa de reconciliación nacional y en el debate civilizado de un “cabildo” (Asamblea, Gobernaciones, Alcaldías, Comunas) multicolor.
2. Volver a Venezuela como ámbito de vida. Recordemos que el primer instinto es el de conservación y el derecho primordial humano es el de la vida. La primera tarea de una sociedad es la de preservar y resguardar la supervivencia de sus miembros. El primer deber de un Estado es asegurar y favorecer la salud física, mental y moral de sus ciudadanos. De allí lo necesario y urgente de promover una cultura de la vida, frente a la proliferación y arraigamiento en muchas formas de una anticultura de muerte. En documento sobre La violencia y la inseguridad publicado a raíz de su última asamblea plenaria, el Episcopado expresó lo siguiente: “Es un deber de la ciudadanía exigir a los poderes del Estado, principalmente al gobierno, que cree las condiciones necesaria para que el derecho a la vida, a la integridad física, a la protección a la propiedad, al libre tránsito, entre otros, sean derechos al alcance de todos. Actualmente, la respuesta ante la violencia social es el miedo, que nos lleva a encerrarnos y a protegernos, a desconfiar de todos. Sálvese quien pueda y como pueda, parece ser la consigna ante un Estado indolente y cómplice” (No. 12). Volver a la vida es asumir prioritariamente y con decisión la defensa de la vida integral de los venezolanos, de todos los compatriotas hastiados de la delincuencia, irreductibles ante la impunidad, militantes contra toda prepotencia que descalifica y excluye, que pretende penalizar expresiones legalmente reconocidas o descalificar reclamos judicialmente garantizados. Volver a la vida es reconocer al otro como persona, creado a imagen y semejanza de Dios y portador, por tanto, de derechos inalienables; merecedor de respeto a su integridad física y moral, a la promoción y defensa de sus derechos inalienables, a la solidaridad con él, especialmente si es pobre y necesitado; es trabajar por la fraternidad y la paz, sobre el fundamento de la verdad y del bien. A quien preside la República le toca en esta tarea una responsabilidad de primer protagonismo. De allí que le corresponde acercarse con amorosa sencillez a las personas concretas, con sus logros y frustraciones, sus alegrías y tristezas, sus derechos humanos inalienables, su anhelo muy sentido de vivir en paz y seguridad, sin un continuo sobresalto y zozobra, y una permanente y agotadora confrontación verbal de tono militarista y nihilista, e iniciativas sociales con proclamas belicistas.
3. Volver al progreso en el marco de la Constitución. El pueblo venezolano se la ha dado como expresión de su soberanía; ella ilustra y garantiza el Estado de Derecho para todos, la estabilidad jurídica de las instituciones y el bienestar integral de la Nación. La Constitución, establece, en su letra, el marco normativo tanto de la ciudadanía para el ejercicio de sus derechos y deberes, humanos y cívicos, como del Estado y de sus órganos, servidores de aquélla; y en su espíritu encarna el consenso fundamental de convivencia, el pacto social de principios y valores compartidos. Es necesario y urgente rescatarla, no sólo como “ley de leyes” y paradigma de toda legalidad, sino también para revalorizar la función humanizadora, radicalmente ética, del derecho. Según el artículo 2 de nuestra Carta Magna, “Venezuela se constituye en un Estado democrático y social de Derecho y de Justicia, que propugna como valores superiores de su ordenamiento jurídico y de su actuación, la vida, la libertad, la justicia, la igualdad, la solidaridad, la democracia, la responsabilidad social y en general, la preeminencia de los derechos humanos, la ética y el pluralismo político”. Sobre estos principios fundamentales ha de construirse el progreso integral y compartido que requiere el país, el cual exige, además, la participación de todos los ciudadanos, grupos y entidades sociales, cuya iniciativa es indispensable acoger y promover, evitando exclusiones y sumando esfuerzos.
4. Volver a Venezuela. Apreciando sus raíces; haciendo memoria, crítica sí, pero fiel, realista y comprensiva, de su pasado; aceptando con humildad que somos herederos de “héroes y villanos”, no pretendiendo recomponer al arbitrio árboles genealógicos, practicar saltos antihistóricos ni violentar la biografía o el mensaje de los antecesores. No se puede pretender una refundación del país, pasando por encima de la identidad del pueblo; vaciando el alma nacional de sus vivencias espirituales y religiosas; minusvalorando el vecindario natural y la fisonomía cultural para priorizar extrañas alianzas; copiando modelos ideológico-políticos fracasados y lejanos a la idiosincrasia y a los verdaderos intereses venezolanos. Volver a Venezuela entraña también preocuparse ante todo por la propia Nación, no cayendo en aquello de “luz en la plaza y oscuridad en la casa”. La solidaridad internacional tiene que liberarse de tentaciones criptoimperialistas favorecidas por la potencia petrolera, de un lado, y recaídas neocolonialistas por sujeciones ideológicas, del otro. Venezuela es y ha de ser de todos como casa común y ámbito de acogida fraterna.
………
“Volver al Cabildo” exige, de modo prioritario y patente, que asuma Usted su responsabilidad de Presidente de la República. Este delicado cargo implica la escucha y dedicación a todos los venezolanos, trabajando por su unión en pro del bien común nacional. Nada más contradictorio con ello, que la identificación, implícita o explícita—y, peor, cuando se la exhibe—con sólo un sector de la población, despreciando y marginando a los demás, con base en motivos ideológico-políticos, raciales, religiosos o de cualquier otro género. El Presidente lo es, de verdad, cuando respeta a los ciudadanos “no a pesar de”, sino “precisamente por” sus diferencias, conviviendo en la diversidad comprensible e inevitable de una sociedad democrática, pluralista. Cuando tiene el reconocimiento de todos: los que lo eligieron y los que no votaron por él o lo adversan, pero que, en todo caso, deben y necesitan percibirlo sensible, cercano, humano, como su Presidente. De otro modo, está en juego la legitimidad de su ejercicio como mandatario.
La “vuelta al Cabildo”, Ciudadano Presidente, no podría menos que acarrear al país la alegría del reencuentro de los venezolanos, con la esperanza de lógicos frutos: progreso compartido, vigencia de la justicia y el derecho, fraterna solidaridad, paz estable, cultura de civilidad.
Como cristiano pido a Dios por Usted, para que, superando obstáculos y no dejándose amilanar por dificultades, prejuicios e intereses, presentes y pasados, pueda contribuir eficazmente, desde su alta responsabilidad, a reencauzar a esta nación por el camino de la unidad, en la verdad y la paz, la cual Cristo Jesús enfatizó en la Última Cena, en perspectiva religiosa, como valor máximo, y Simón Bolívar subrayó, en su postrer mensaje, como condición de solidez y progreso de nuestros pueblos. ¡Señor Presidente, vuelva al Cabildo!
En Caracas, el 24 de abril de 2010
La interpelación a Emparan
El 19 de abril de 1810, cuyo bicentenario acabamos de conmemorar, Francisco Salias, interpretando la voluntad popular, conminó al Capitán General Vicente Emparan a volver al Cabildo, máximo cuerpo representativo de la ciudadanía en ese momento. El Ayuntamiento había sido convocado para resolver la confusa situación nacional, a raíz de la crisis de poder originada en España por la intervención napoleónica. Emparan había sido invitado a la reunión capitular y conocía la finalidad de la misma; pero quiso evadir una decisión y por ello se dirigió a la Catedral para asistir a la celebración litúrgica del Jueves Santo.
El Ayuntamiento, además de sus miembros, congregaba en esos momentos a diputados, delegados, de diversos sectores de la ciudadanía, acompañados por una creciente aglomeración popular. Se tenía así una asamblea, la cual, en esa circunstancia, debía abordar la suerte política de Caracas y Venezuela, y, como se percibía en el ambiente, decidir sobre su identidad y futuro como pueblo soberano.
El volver al Cabildo, por parte del Capitán General, significaba enfrentar con realismo la desafiante situación, y responder, con receptividad y lucidez, a las profundas e ineludibles aspiraciones de libertad y autonomía de la Provincia de Caracas y de gran parte de la Nación. El margen de maniobra de Emparan era estrecho, pero su mejor opción no consistía en eludir responsabilidades, sino en enfrentar la crisis y favorecer una salida, la menos traumática posible para todos.
El Cabildo estaba consciente de que la agenda de ese día no la ocupaban intereses simplemente de un estrato determinado de la población o problemas sólo sectoriales por grande que fuesen. Lo que estaba sobre el tapete era cómo recoger, dándoles forma institucional, los anhelos y propósitos autonómicos de un vasto conjunto humano, que el Acta de la Independencia denominaría, al año siguiente, como “la Confederación americana de Venezuela en el continente meridional”. El cuerpo capitular reflejaba y representaba, con acierto y limitaciones, un sentimiento unitario nacional. Se estaba en una etapa germinal y este sentimiento debía traducirse ulteriormente en estructuras socio-económicas, políticas y culturales coherentes con una verdadera unidad. En ese momento, en efecto, persistían discriminaciones y exclusiones, no sólo de hecho, sino también de derecho (afirmación que, a doscientos años de distancia podemos repetir con humildad y reconociendo pecados actuales).
A propósito de estos hechos es oportuno traer aquí a colación lo expresado por la Conferencia Episcopal Venezolana en su reciente carta pastoral sobre el Bicentenario: “…entre el 19 de Abril de 1810 y el 5 de Julio de 1811, los fundadores de la Patria tomaron la difícil decisión de formar la República de Venezuela y proclamaron un hermoso sueño nacional, conscientes de la grandeza del mismo, del sacrificio que implicaba, así como de las limitaciones para llevarlo a cabo”. (No.4).
“Tanto el 19 de Abril como el 5 de Julio—señala este documento—fueron dos acontecimientos en los que brilló la civilidad. La autoridad de la inteligencia, el diálogo, la firmeza y el coraje no tuvieron que recurrir al poder de las armas o a la fuerza y a la violencia. La sensatez en el intercambio de ideas y propuestas respetó a los disidentes y propició el anhelo común de libertad, igualdad y fraternidad”. (No.5). Más allá de la ambivalencia de aquellos acontecimientos, y posteriores procesos, el gran resultado tangible fue nuestro nacimiento como país independiente y la voluntad “…de lograr formas de convivencia y libertad para toda persona sin exclusión… aspiración primordial, pero imperfecta”. (No.9).
Doscientos años después
En verdad, la Venezuela que conmemora su Bicentenario reconoce los límites de aquel sueño y esa aspiración, pues si “de derecho todos estaban incluidos en la esperanza y en la bendición de Dios, invocada para… una forma de convivencia que… fuera ámbito de vida, de libertad y de dignidad para todos, de hecho… la gran mayoría de los sectores populares quedó excluida”(id.), pero, además, tras comenzar en 1998 “…un proyecto… de “refundar” la República… (cuya) ambición no sólo toca el tejido material y organizativo… sino también y, sobre todo, afecta el fondo íntimo, espiritual, del alma nacional” (id. 20), la Patria es hoy, en primera instancia, un país desgarrado, que se desangra e involuciona. Decir esto no significa en modo alguno ser “profeta de lamentaciones y desgracias” e ignorar la positividad tanto del existir mismo de la comunidad nacional en cuanto crisol de razas y pueblos, como de los valores y logros que registra el haber de su peregrinaje. Significa, sí, rememorar responsablemente, dar un aldabonazo a la conciencia de todos mis hermanos para un “despierta y reacciona”, ante la grave crisis que nos amenaza e interpela.
Sin pretender, obviamente, ser exhaustivo, expongo algunos elementos sobresalientes de esa crisis:
1. Venezuela, en efecto, ya no es una como sueño ni una como experiencia de convivencia. Por motivos ideológico-políticos se la ha dividido artificialmente, Por lo menos a la mitad se la califica de apátrida y hasta de antipatriótica, decretándosela excluida del goce pleno de los derechos ciudadanos. ¿Cómo se va a celebrar festivamente, en democracia, el cumpleaños de una República cuya unidad se niega? Ya no se la considera la casa común que soñaron los fundadores, amplia, acogedora, tolerante, pacífica, fraterna, sino el recinto cerrado, exclusivo, único, de una secta maniquea. No ya la gran familia sino un ámbito inclemente de rechazos, y de apartheid superado en otras latitudes. ¡Los Derechos Humanos no son ya de todos los humanos!
2. Venezuela tampoco es ya plural. No se quiere que sea el hogar de un pueblo variado, multicolor, multicultural, donde los diferentes y también los díscolos tienen su lugar. A pesar de que en el Referéndum de 2007 se dijo “no” a la propuesta de convertir la República en un “Estado Socialista”, porque contradice a “la Constitución, y a una recta concepción de la persona y del Estado”—Conferencia Episcopal Venezolana, 19 de octubre de 2007—, se persiste, desde el Poder, en la desobediencia manifiesta al mandato referendario y en la imposición, mediante hechos y “leyes”, de un tal sistema. La Constitución, en efecto, está siendo violada; más aún, no se oculta su interpretación y utilización como simple función del proyecto “socialista”, distorsionándola radicalmente. Está así en juego, obviamente, la legalidad del régimen. El proceso de dependencia de los poderes de uno solo, de estatización global, de centralismo nominalmente comunitario, de hegemonía masificante, acelera su marcha en los distintos campos de lo económico, lo político y lo ético-cultural. La democracia es, por el momento, soportada, pero está acosada, paulatinamente, por un voluntarismo “revolucionario” de vocación autocrática y “mesiánica”, y de desconocimiento o desvirtuación del derecho del hombre.
3. Venezuela ya no es ámbito de vida. Somos un país en monstruosa hemorragia culpable. Ocupamos lugar destacado en el mundo en materia de violencia y criminalidad. Nuestras calles son escenario de incontrolada delincuencia e impunidad; nuestras morgues, abarrotados lugares de doloroso compartir; nuestros juzgados y tribunales, recintos de injusticia por corrupción de venalidad o politización; nuestras cárceles recintos de inhumanidad, antítesis de reeducación, antesalas de muerte. Todo esto no era totalmente inédito, pero se ha exacerbado exponencialmente, al tiempo que el gobierno, de palabra y obra, siembra violencia cuando descalifica, injuria, amenaza y discrimina; cuando exhibe y acrecienta su arsenal bélico, radicaliza la militarización de la población y acentúa la represión de la disidencia. El lema “Patria, socialismo o muerte” es la correspondiente consigna militarista necrófila, de trágicas memorias históricas. No faltan quienes ante la galopante e irrefrenada inseguridad se plantean el interrogante de si ella no correspondería a una política de Estado, tendiente a que muerte y miedo conduzcan a una parálisis que facilitaría la sumisión de la ciudadanía.
4. Venezuela ya no es una nación en “vías de desarrollo. Tenemos un petrocapitalismo de Estado, con liberalidades selectivas hacia afuera y populismo dentro. Motivos ideológico-políticos y el afianzamiento del poder privan sobre las verdaderas necesidades y aspiraciones de la población. Todo ello, unido a una ineficaz, ineficiente y dolosa gestión, está llevando a la caída de la producción nacional, del abastecimiento y del consumo, agravada por crisis inéditas previsibles en los servicios eléctrico e hídrico, configurando un cuadro de carencias y dependencia, objetivamente funcional también al “Proyecto” de concentración y control.
5. Venezuela ya no es respetada en su alma e identidad. La subjetividad y centralidad, la moralidad y espiritualidad de la persona humana se diluyen, para privilegiar la base material productiva y lo simplemente colectivo-estructural, literalmente “alienantes”. Se habla de refundar el país. ¿Sobre qué valores? El “socialismo del siglo XXI” (de creciente referencia marxista-leninista y con confeso modelo castro-comunista) se erige como fin y criterio supremos; se absolutiza y sacraliza la “Revolución”, hecha régimen establecido, convirtiéndola en norma definitiva de lo verdadero y lo bueno. Y todo esto tiende a personificarse en el líder máximo, inobjetable, inapelable, insustituible, omnipotente. En este marco se reformulan los símbolos, se rehace la memoria histórica y se decreta alianzas o mancomunidades con otros Estados, al margen de sentimientos nacionales y populares; se monopoliza la comunicación social, se reestructura la educación, la mentira se hace anti-cultura, se redefine el arte, se instrumentaliza lo religioso.
Volver al Cabildo
A partir de esta celebración del Bicentenario del 19 de abril, considero, pues, un urgente deber de conciencia, como ciudadano, creyente y obispo, retomar la interpelación de Francisco Salias e instar al comandante Hugo Chávez Frías: ¡Ciudadano Presidente, “vuelva usted al Cabildo”!
Le hago este llamado, con el debido respeto a la investidura y a la función, pero también con la claridad y la sinceridad que me exige, desde mi fidelidad a Dios y a mi conciencia, el servicio a Venezuela. Lo hago con esperanza creyente, sabiendo que Dios nos ama a todos, sin excepción, y nos ayuda en cualquier circunstancia a rehacer caminos para el mayor bien de nuestro prójimo. Lo hago también sin juzgar intenciones—cosa que sólo a Dios corresponde—ni considerarme sin responsabilidad respecto de los males que sufre el país. Lo hago, finalmente, sin pretender infalibilidad en mis apreciaciones. Sólo quiero y debo servir.
¿Qué significa hoy “volver al Cabildo”? Ante todo, no se trata de una vuelta “mecánica o anacrónica” a formas u organismos desaparecidos o históricamente datados, sino fidelidad creadora, memoria crítica, despertar consciente, sueño esperanzador.
En pocos puntos le sintetizaré lo que entiendo por ello.
1. Volver a la unidad de la Patria. Esta unidad no podría ser pseudo-armonía etérea o bucólica, tampoco uniformidad monolítica ni homogeneidad masificadora, asfixiantes, sino compartir plural, diversificado. Esto obliga a promover la efectiva participación de todos, individual y grupalmente considerados; a impulsar la solidaridad que integra, así como la subsidiaridad que estimula y conjuga la actividad de los cuerpos sociales intermedios, articulándola con la tarea que corresponde al Estado, en aras del bien común y de su punto culminante: la paz en la justicia y la verdad. Esto recuerda y exige, en lo concreto y cercano, saldar una deuda pendiente con nuestra memoria histórica integral y una responsabilidad con hombres y mujeres reales caídos, mutilados, exiliados, presos o absueltos, convocando a una “comisión de la verdad” sobre los sucesos de Abril 2002. Tarea prioritaria de un Presidente es, en efecto, buscar la cohesión, la confraternidad de todos los ciudadanos, por encima de distingos de cualquier género, con miras a un trabajo corresponsable y compartido para lograr el progreso material, moral y espiritual de la Nación. El Primer Magistrado lo es de todos los venezolanos, no de un “proyecto”, ideología o partido, sino de una sola y misma patria. Nada debe estar más presente en la función presidencial que la prédica y acción convocantes, congregantes, a todos, de quienes es, a la vez, mandatario y servidor (y quienes, si pragmáticamente a ver vamos, son también contribuyentes que pagan los gastos presidenciales).
El retorno a la unidad es volver a la gente con miras a una convivencia ciudadana, viva y polícroma. Esto implica romper el encierro y la polarización en el yo, una idea o la secta. Liberar al país del símbolo por antonomasia de toda hegemonía oficial, y que arbitrariamente secuestra el tiempo y la privacidad del pueblo soberano: las “cadenas”. Abrirse al compartir ciudadano y a las preocupaciones de la entera comunidad; al diálogo sereno y a la discusión respetuosa, que tendrían expresión simbólica en una impostergable iniciativa de reconciliación nacional y en el debate civilizado de un “cabildo” (Asamblea, Gobernaciones, Alcaldías, Comunas) multicolor.
2. Volver a Venezuela como ámbito de vida. Recordemos que el primer instinto es el de conservación y el derecho primordial humano es el de la vida. La primera tarea de una sociedad es la de preservar y resguardar la supervivencia de sus miembros. El primer deber de un Estado es asegurar y favorecer la salud física, mental y moral de sus ciudadanos. De allí lo necesario y urgente de promover una cultura de la vida, frente a la proliferación y arraigamiento en muchas formas de una anticultura de muerte. En documento sobre La violencia y la inseguridad publicado a raíz de su última asamblea plenaria, el Episcopado expresó lo siguiente: “Es un deber de la ciudadanía exigir a los poderes del Estado, principalmente al gobierno, que cree las condiciones necesaria para que el derecho a la vida, a la integridad física, a la protección a la propiedad, al libre tránsito, entre otros, sean derechos al alcance de todos. Actualmente, la respuesta ante la violencia social es el miedo, que nos lleva a encerrarnos y a protegernos, a desconfiar de todos. Sálvese quien pueda y como pueda, parece ser la consigna ante un Estado indolente y cómplice” (No. 12). Volver a la vida es asumir prioritariamente y con decisión la defensa de la vida integral de los venezolanos, de todos los compatriotas hastiados de la delincuencia, irreductibles ante la impunidad, militantes contra toda prepotencia que descalifica y excluye, que pretende penalizar expresiones legalmente reconocidas o descalificar reclamos judicialmente garantizados. Volver a la vida es reconocer al otro como persona, creado a imagen y semejanza de Dios y portador, por tanto, de derechos inalienables; merecedor de respeto a su integridad física y moral, a la promoción y defensa de sus derechos inalienables, a la solidaridad con él, especialmente si es pobre y necesitado; es trabajar por la fraternidad y la paz, sobre el fundamento de la verdad y del bien. A quien preside la República le toca en esta tarea una responsabilidad de primer protagonismo. De allí que le corresponde acercarse con amorosa sencillez a las personas concretas, con sus logros y frustraciones, sus alegrías y tristezas, sus derechos humanos inalienables, su anhelo muy sentido de vivir en paz y seguridad, sin un continuo sobresalto y zozobra, y una permanente y agotadora confrontación verbal de tono militarista y nihilista, e iniciativas sociales con proclamas belicistas.
3. Volver al progreso en el marco de la Constitución. El pueblo venezolano se la ha dado como expresión de su soberanía; ella ilustra y garantiza el Estado de Derecho para todos, la estabilidad jurídica de las instituciones y el bienestar integral de la Nación. La Constitución, establece, en su letra, el marco normativo tanto de la ciudadanía para el ejercicio de sus derechos y deberes, humanos y cívicos, como del Estado y de sus órganos, servidores de aquélla; y en su espíritu encarna el consenso fundamental de convivencia, el pacto social de principios y valores compartidos. Es necesario y urgente rescatarla, no sólo como “ley de leyes” y paradigma de toda legalidad, sino también para revalorizar la función humanizadora, radicalmente ética, del derecho. Según el artículo 2 de nuestra Carta Magna, “Venezuela se constituye en un Estado democrático y social de Derecho y de Justicia, que propugna como valores superiores de su ordenamiento jurídico y de su actuación, la vida, la libertad, la justicia, la igualdad, la solidaridad, la democracia, la responsabilidad social y en general, la preeminencia de los derechos humanos, la ética y el pluralismo político”. Sobre estos principios fundamentales ha de construirse el progreso integral y compartido que requiere el país, el cual exige, además, la participación de todos los ciudadanos, grupos y entidades sociales, cuya iniciativa es indispensable acoger y promover, evitando exclusiones y sumando esfuerzos.
4. Volver a Venezuela. Apreciando sus raíces; haciendo memoria, crítica sí, pero fiel, realista y comprensiva, de su pasado; aceptando con humildad que somos herederos de “héroes y villanos”, no pretendiendo recomponer al arbitrio árboles genealógicos, practicar saltos antihistóricos ni violentar la biografía o el mensaje de los antecesores. No se puede pretender una refundación del país, pasando por encima de la identidad del pueblo; vaciando el alma nacional de sus vivencias espirituales y religiosas; minusvalorando el vecindario natural y la fisonomía cultural para priorizar extrañas alianzas; copiando modelos ideológico-políticos fracasados y lejanos a la idiosincrasia y a los verdaderos intereses venezolanos. Volver a Venezuela entraña también preocuparse ante todo por la propia Nación, no cayendo en aquello de “luz en la plaza y oscuridad en la casa”. La solidaridad internacional tiene que liberarse de tentaciones criptoimperialistas favorecidas por la potencia petrolera, de un lado, y recaídas neocolonialistas por sujeciones ideológicas, del otro. Venezuela es y ha de ser de todos como casa común y ámbito de acogida fraterna.
………
“Volver al Cabildo” exige, de modo prioritario y patente, que asuma Usted su responsabilidad de Presidente de la República. Este delicado cargo implica la escucha y dedicación a todos los venezolanos, trabajando por su unión en pro del bien común nacional. Nada más contradictorio con ello, que la identificación, implícita o explícita—y, peor, cuando se la exhibe—con sólo un sector de la población, despreciando y marginando a los demás, con base en motivos ideológico-políticos, raciales, religiosos o de cualquier otro género. El Presidente lo es, de verdad, cuando respeta a los ciudadanos “no a pesar de”, sino “precisamente por” sus diferencias, conviviendo en la diversidad comprensible e inevitable de una sociedad democrática, pluralista. Cuando tiene el reconocimiento de todos: los que lo eligieron y los que no votaron por él o lo adversan, pero que, en todo caso, deben y necesitan percibirlo sensible, cercano, humano, como su Presidente. De otro modo, está en juego la legitimidad de su ejercicio como mandatario.
La “vuelta al Cabildo”, Ciudadano Presidente, no podría menos que acarrear al país la alegría del reencuentro de los venezolanos, con la esperanza de lógicos frutos: progreso compartido, vigencia de la justicia y el derecho, fraterna solidaridad, paz estable, cultura de civilidad.
Como cristiano pido a Dios por Usted, para que, superando obstáculos y no dejándose amilanar por dificultades, prejuicios e intereses, presentes y pasados, pueda contribuir eficazmente, desde su alta responsabilidad, a reencauzar a esta nación por el camino de la unidad, en la verdad y la paz, la cual Cristo Jesús enfatizó en la Última Cena, en perspectiva religiosa, como valor máximo, y Simón Bolívar subrayó, en su postrer mensaje, como condición de solidez y progreso de nuestros pueblos. ¡Señor Presidente, vuelva al Cabildo!
En Caracas, el 24 de abril de 2010
12/6/10
Otra cacería de bolsas por Oswaldo Páez-Pumar
Las “Normas” sobre las operaciones en el mercado de divisas atribuyen al BCV una función coordinadora de las operaciones que, a través de la adquisición y venta de bonos serían realizadas por la banca privada con los particulares, para arbitrar fondos en dólares a estos últimos para realizar operaciones que CADIVI no cubre.
La Ley contra los Ilícitos Cambiarios dispone en su artículo 9 “Es competencia exclusiva del BCV, bien en moneda, bien en títulos valores, realizada con el objeto final de objeto final de obtener para sí o para sus clientes la liquidación de saldos en moneda extranjera por la enajenación de los mismos en una oportunidad previa a su fecha de vencimiento, la venta y compra de divisas por cualquier monto. Quien contravenga esta normativa está cometiendo un ilícito cambiario y será sancionado con multa del doble del monto de la operación o su equivalente en bolívares.”
He usado el recurso de cambiar el tamaño de la letra para hacer evidente que la competencia exclusiva de comprar y vender divisas, en moneda propiamente dicha o en títulos expresados en moneda extranjera, es del BCV, el cual carece de autoridad para facultar a los bancos a realizar acciones que la ley prohíbe. Ni aun dictando mil normas.
¿Ocurrirá hoy con la Banca lo que ocurrió ayer con las Casas de Bolsa? Es decir, sus operaciones fueron estimuladas y propiciadas por el gobierno con la emisión de bonos en moneda extranjera (en USA $); generando pingües negocios para las Casas de Bolsa y para los emisores o para los funcionarios representantes de los emisores; y hoy son estigmatizadas y sus representantes encarcelados con violación, se podría decir, de “todas y cada una” de las normas de la Constitución y del resto del ordenamiento jurídico.
Por eso este breve artículo lleva por título “cacería de bolsas”, así con “c” no sólo la primera sino la segunda, del verbo “cazar”. Entre otras razones porque percibo y espero que mis compatriotas también que el humor del “legislador supremo” es cambiante.
Caracas, 9 de junio de 2010
La Ley contra los Ilícitos Cambiarios dispone en su artículo 9 “Es competencia exclusiva del BCV, bien en moneda, bien en títulos valores, realizada con el objeto final de objeto final de obtener para sí o para sus clientes la liquidación de saldos en moneda extranjera por la enajenación de los mismos en una oportunidad previa a su fecha de vencimiento, la venta y compra de divisas por cualquier monto. Quien contravenga esta normativa está cometiendo un ilícito cambiario y será sancionado con multa del doble del monto de la operación o su equivalente en bolívares.”
He usado el recurso de cambiar el tamaño de la letra para hacer evidente que la competencia exclusiva de comprar y vender divisas, en moneda propiamente dicha o en títulos expresados en moneda extranjera, es del BCV, el cual carece de autoridad para facultar a los bancos a realizar acciones que la ley prohíbe. Ni aun dictando mil normas.
¿Ocurrirá hoy con la Banca lo que ocurrió ayer con las Casas de Bolsa? Es decir, sus operaciones fueron estimuladas y propiciadas por el gobierno con la emisión de bonos en moneda extranjera (en USA $); generando pingües negocios para las Casas de Bolsa y para los emisores o para los funcionarios representantes de los emisores; y hoy son estigmatizadas y sus representantes encarcelados con violación, se podría decir, de “todas y cada una” de las normas de la Constitución y del resto del ordenamiento jurídico.
Por eso este breve artículo lleva por título “cacería de bolsas”, así con “c” no sólo la primera sino la segunda, del verbo “cazar”. Entre otras razones porque percibo y espero que mis compatriotas también que el humor del “legislador supremo” es cambiante.
Caracas, 9 de junio de 2010
Globo Pepsi por Pico A. Geno
Como Jorge se ha enterado
que hay entre Pepsi y Polar
un trato para arbitrar
logística de mercado,
siendo su meta jalar
y viendo a Hugo enojado,
por contentarlo ha ordenado
que se haga desmantelar
el globo publicitario,
ya que en su vecindario
la única propaganda
que el admite sin reserva
es la imagen proterva
de Hugo y su corte nefanda.
que hay entre Pepsi y Polar
un trato para arbitrar
logística de mercado,
siendo su meta jalar
y viendo a Hugo enojado,
por contentarlo ha ordenado
que se haga desmantelar
el globo publicitario,
ya que en su vecindario
la única propaganda
que el admite sin reserva
es la imagen proterva
de Hugo y su corte nefanda.
Franklin Brito por Pico A. Geno
Primero fue expropiado.
Después le quiso comprar
y al no poderlo lograr
lo sometió al cuidado,
de unos cuantos matasanos
que en un oscuro penal
al que llaman hospital,
le sirven bien al tirano.
Un hospital militar
que es al arte de curar,
como el arte de fingir
en aquel que te contara,
según Marx lo enseñara,
es al arte de mentir.
Caracas, 1° de junio de 2010
Después le quiso comprar
y al no poderlo lograr
lo sometió al cuidado,
de unos cuantos matasanos
que en un oscuro penal
al que llaman hospital,
le sirven bien al tirano.
Un hospital militar
que es al arte de curar,
como el arte de fingir
en aquel que te contara,
según Marx lo enseñara,
es al arte de mentir.
Caracas, 1° de junio de 2010
Tres notas económicas por Oswaldo Páez-Pumar
Primera nota, la moneda: El bolívar, envilecido por la política económica del socialismo del siglo XXI, va hacia la condición del peso cubano, que no es moneda sino ficha, o billete de monopolio. Por eso nadie quiere pesos cubanos, ni bolívares. La razón es que nadie necesita pesos para adquirir lo que Cuba no produce, ni bolívares para adquirir lo que Venezuela produce, porque cada día produce menos. El monopolio petrolero genera dólares y el gobierno cree que son suyos y no de la nación, respaldo del papel moneda que emite y que al carecer de ese respaldo se convierte en moneda de papel.
El paquete chileno es una versión de la estafa por la cual el estafador confía al estafado la guarda de un paquete de billetes que no son tales sino papel, contra la entrega de dinero real o algún bien valioso. El estafador desaparece con el bien valioso y se queda el estafado con el papel. Así viene ocurriendo por 50 años en Cuba. Fidel le da a la población el peso cubano para que compre nada y la cartilla de racionamiento y toma para sí los dólares del turismo o del petróleo venezolano. De cuando en cuando una cubana produce un bien valioso, actuando de jinetera. Obtiene unos dólares y eso lo llama Fidel mercado negro, cuando en realidad es trata de blancas y también de negras, administrada por él.
En Venezuela Chávez decretó que las reservas en dólares eran excedentarias y la alcahuetería del directorio del BCV así lo confirmó y se las entregó para que dispusiera de ellas a su mejor leal saber y entender. Dispuso de ellas y dejó sin respaldo a los bolívares emitidos y con cara de yo no fui se muestra sorprendido por el alza del dólar y pretende que son las “Casas de Bolsa” las culpables de la debilidad del bolívar. Esto no es mercado negro, ni trata de blancas, es cacería de “bolsas” para lo cual cuenta con fiscales, jueces, policías, guardias nacionales etc. que persiguen a “los culpables” y a cambio reciben la posibilidad de acceder a los dólares que el monopoliza y administra con cicatería.
Segunda nota, producción y comercio: La merma de las reservas no es la única causa del envilecimiento del bolívar. Esto es un asunto complejo que dejo a los economistas, pero el valor de intercambio de los bienes que produce una economía fundamenta el valor de su moneda. Mucha producción mucho valor, poca producción poco valor.
En esta década en Venezuela ha mermado la producción de arroz, papas, granos, leche, azúcar, aceite, harina, cemento, cabillas, envases, carne, pollos, huevos en buena medida porque los productores han sido confiscados; y también porque los beneficiarios de esas confiscaciones no están interesados en producir sino en hacer la revolución.
El valor de intercambio de la revolución y de los revolucionarios es nulo, nadie la compra ni los compra. Sería una bendición que los compraran al menos aquellos que quieren imitarnos como Evo, Correa, Ortega, Cristina, Lula y el bendito Zelaya, pero no, no los compran por eso siguen aquí; y por eso necesitan siempre de un motor financiero ajeno a la revolución, para eso está el petróleo.
Como, salvo la producción de revolución, toda la otra ha mermado, incluido el petróleo y el precio congelado de los demás productos es pagado en billetitos de monopolio (bolívares fuertes), la tendencia al alza, esa sí, es cada vez más fuerte; y la tendencia a obtener el pago en moneda de verdad ni se diga. Por eso llaman especuladores a los productores y al fenómeno contrabando de extracción. Dios mío, si en los otros países que nos proveen de todo lo que no producimos aplicaran ese criterio nos estaríamos muriendo de hambre. Lo que nos ocurre es lo que ocurrió en la Unión Soviética bajo Stalin y que el imperio con sus excedentes de producción de trigo logró paliar varias veces. El medio siglo fidelista es la meta: el mar de la felicidad.
Esta es la causa de que se evaporara un billón de dólares. El gobierno lo sabe, se da cuenta de la caída de la producción y por eso transita de un plan a otro. Fundos zamoranos, ruta de la empanada, cultivos organopónicos, cooperativas, empresas mixtas, empresas de producción social, ninguno funciona pero usted y yo somos los culpables, porque todos los días el verdadero culpable repite en cadena de radio y televisión que somos culpables. Seguramente yo más que usted por lo que digo.
Tercera nota, el acaparamiento: Usted debe haber oído que los pérfidos capitalistas destruyen las cosechas para que no baje el precio y que acaparan para que suba.
Eso ha ocurrido en la historia. Es cierto. Por cierto en una ocasión para disparar la independencia de América.
Ahora han salido a relucir las pérdidas y putrefacción de alimentos importados en grandes cantidades. El jefe le resta importancia y es claro, porque son sus colaboradores quienes a primera vista son responsables. Digo a primera vista porque ellos también tienen una excusa. No han podido preservar y distribuir esos alimentos porque debieron cumplir con un deber más importante: ir a escucharle sus diarias explicaciones sobre el progreso de la revolución.
Ni al productor, ni al acaparador se le pudre el producto porque les ha costado dinero y la única forma de recuperarlo es llevarlo hasta el consumidor final. Pero a los administradores de fincas confiscadas o de “containers” importados si se les pudre, porque no les ha costado nada. Al contrario la ganancia está en importar. Venderlo al consumidor final más bien comporta un gasto que disminuye la ganancia.
Ese gasto es la cadena de distribución. Los intermediarios que Chávez maldice porque encarecen los productos, lo que implica que la meta es que cada quien produzca lo que se va a comer. Ese es el socialismo del siglo XXI que nos retrotrae al siglo XXI antes de J. C. Es decir, acabar con la división del trabajo salvo por lo que respecta a Iris para que legisle, Luisa Ortega para que impute, Luisa Estela para que sentencie y sobre todo Hugo Rafael para que nos explique el sentido de la existencia.
Caracas, 4 de junio de 2010
El paquete chileno es una versión de la estafa por la cual el estafador confía al estafado la guarda de un paquete de billetes que no son tales sino papel, contra la entrega de dinero real o algún bien valioso. El estafador desaparece con el bien valioso y se queda el estafado con el papel. Así viene ocurriendo por 50 años en Cuba. Fidel le da a la población el peso cubano para que compre nada y la cartilla de racionamiento y toma para sí los dólares del turismo o del petróleo venezolano. De cuando en cuando una cubana produce un bien valioso, actuando de jinetera. Obtiene unos dólares y eso lo llama Fidel mercado negro, cuando en realidad es trata de blancas y también de negras, administrada por él.
En Venezuela Chávez decretó que las reservas en dólares eran excedentarias y la alcahuetería del directorio del BCV así lo confirmó y se las entregó para que dispusiera de ellas a su mejor leal saber y entender. Dispuso de ellas y dejó sin respaldo a los bolívares emitidos y con cara de yo no fui se muestra sorprendido por el alza del dólar y pretende que son las “Casas de Bolsa” las culpables de la debilidad del bolívar. Esto no es mercado negro, ni trata de blancas, es cacería de “bolsas” para lo cual cuenta con fiscales, jueces, policías, guardias nacionales etc. que persiguen a “los culpables” y a cambio reciben la posibilidad de acceder a los dólares que el monopoliza y administra con cicatería.
Segunda nota, producción y comercio: La merma de las reservas no es la única causa del envilecimiento del bolívar. Esto es un asunto complejo que dejo a los economistas, pero el valor de intercambio de los bienes que produce una economía fundamenta el valor de su moneda. Mucha producción mucho valor, poca producción poco valor.
En esta década en Venezuela ha mermado la producción de arroz, papas, granos, leche, azúcar, aceite, harina, cemento, cabillas, envases, carne, pollos, huevos en buena medida porque los productores han sido confiscados; y también porque los beneficiarios de esas confiscaciones no están interesados en producir sino en hacer la revolución.
El valor de intercambio de la revolución y de los revolucionarios es nulo, nadie la compra ni los compra. Sería una bendición que los compraran al menos aquellos que quieren imitarnos como Evo, Correa, Ortega, Cristina, Lula y el bendito Zelaya, pero no, no los compran por eso siguen aquí; y por eso necesitan siempre de un motor financiero ajeno a la revolución, para eso está el petróleo.
Como, salvo la producción de revolución, toda la otra ha mermado, incluido el petróleo y el precio congelado de los demás productos es pagado en billetitos de monopolio (bolívares fuertes), la tendencia al alza, esa sí, es cada vez más fuerte; y la tendencia a obtener el pago en moneda de verdad ni se diga. Por eso llaman especuladores a los productores y al fenómeno contrabando de extracción. Dios mío, si en los otros países que nos proveen de todo lo que no producimos aplicaran ese criterio nos estaríamos muriendo de hambre. Lo que nos ocurre es lo que ocurrió en la Unión Soviética bajo Stalin y que el imperio con sus excedentes de producción de trigo logró paliar varias veces. El medio siglo fidelista es la meta: el mar de la felicidad.
Esta es la causa de que se evaporara un billón de dólares. El gobierno lo sabe, se da cuenta de la caída de la producción y por eso transita de un plan a otro. Fundos zamoranos, ruta de la empanada, cultivos organopónicos, cooperativas, empresas mixtas, empresas de producción social, ninguno funciona pero usted y yo somos los culpables, porque todos los días el verdadero culpable repite en cadena de radio y televisión que somos culpables. Seguramente yo más que usted por lo que digo.
Tercera nota, el acaparamiento: Usted debe haber oído que los pérfidos capitalistas destruyen las cosechas para que no baje el precio y que acaparan para que suba.
Eso ha ocurrido en la historia. Es cierto. Por cierto en una ocasión para disparar la independencia de América.
Ahora han salido a relucir las pérdidas y putrefacción de alimentos importados en grandes cantidades. El jefe le resta importancia y es claro, porque son sus colaboradores quienes a primera vista son responsables. Digo a primera vista porque ellos también tienen una excusa. No han podido preservar y distribuir esos alimentos porque debieron cumplir con un deber más importante: ir a escucharle sus diarias explicaciones sobre el progreso de la revolución.
Ni al productor, ni al acaparador se le pudre el producto porque les ha costado dinero y la única forma de recuperarlo es llevarlo hasta el consumidor final. Pero a los administradores de fincas confiscadas o de “containers” importados si se les pudre, porque no les ha costado nada. Al contrario la ganancia está en importar. Venderlo al consumidor final más bien comporta un gasto que disminuye la ganancia.
Ese gasto es la cadena de distribución. Los intermediarios que Chávez maldice porque encarecen los productos, lo que implica que la meta es que cada quien produzca lo que se va a comer. Ese es el socialismo del siglo XXI que nos retrotrae al siglo XXI antes de J. C. Es decir, acabar con la división del trabajo salvo por lo que respecta a Iris para que legisle, Luisa Ortega para que impute, Luisa Estela para que sentencie y sobre todo Hugo Rafael para que nos explique el sentido de la existencia.
Caracas, 4 de junio de 2010
Estrella Polar Pico A. Geno
La obsesión del comandante
de acabar con la Polar
es tratando de evitar
la comparación chocante.
Sueña con la expropiación
y vive con la creencia
que expropiará la eficiencia
para su revolución,
que todo lo que ha tocado
lo ha dejado destrozado.
No percibe que es el mismo
de la ruina el causante
y culpa a sus ayudantes
en lugar del socialismo.
Caracas, 27 de mayo de 2010
de acabar con la Polar
es tratando de evitar
la comparación chocante.
Sueña con la expropiación
y vive con la creencia
que expropiará la eficiencia
para su revolución,
que todo lo que ha tocado
lo ha dejado destrozado.
No percibe que es el mismo
de la ruina el causante
y culpa a sus ayudantes
en lugar del socialismo.
Caracas, 27 de mayo de 2010
Los inhabilitados por Pico A. Geno
Esos míseros señores
que han sido encargados
de crear inhabilitados
entre los opositores,
serán el primer desecho
que expelerá la nación
cuando su Constitución
rija de nuevo en derecho.
Ni siquiera son vasallos,
son eunucos de serrallo
al servicio del sultán,
se merecen el desprecio
del torpe, el bruto y el necio,
ya tienen el del patán.
Caracas, 26 de mayo de 2010
que han sido encargados
de crear inhabilitados
entre los opositores,
serán el primer desecho
que expelerá la nación
cuando su Constitución
rija de nuevo en derecho.
Ni siquiera son vasallos,
son eunucos de serrallo
al servicio del sultán,
se merecen el desprecio
del torpe, el bruto y el necio,
ya tienen el del patán.
Caracas, 26 de mayo de 2010
Las Carolinas por Pico A. Geno
Darío, Jerjes y Atila
según lo cuenta la historia,
el botín de la victoria
le daban al que en sus filas
con esfuerzo denodado
y con riesgo de su vida,
lideraba la embestida
contra enemigos armados.
Hoy se le entrega el botín
al que en traje de Arlequín
grita ‘patria, socialismo
o muerte’ sin combatir,
pues el premio es por lucir
no por acto de heroísmo.
Caracas, 25 de mayo de 2010
según lo cuenta la historia,
el botín de la victoria
le daban al que en sus filas
con esfuerzo denodado
y con riesgo de su vida,
lideraba la embestida
contra enemigos armados.
Hoy se le entrega el botín
al que en traje de Arlequín
grita ‘patria, socialismo
o muerte’ sin combatir,
pues el premio es por lucir
no por acto de heroísmo.
Caracas, 25 de mayo de 2010
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