Usted, ciudadana fiscal, quiere hacernos creer que le va a imputar a Oswaldo Álvarez Paz el delito de incitar al odio. Ud. no lo hará. Ud. solo quiere la orden de captura que su despacho ya emitió. Lo quiere ver en prisión porque su jefe así lo quiere.
A Ud. le perturba el juicio, con un procesado que pueda afirmar en estrados que acusa al presidente de incitar al odio por más de doce años, desde que en campaña prometió freír en aceite las cabezas de los adecos. ¿Acaso podía hacerlo sin cortarlas previamente?
Ud. se sabe a sí misma festejadora, aplaudidora y reidora de la promesa del mitin renovada dominicalmente. Ud. sabe que para incitar al odio se necesita estar lleno de él y sabe que su jefe lo está.
Ud. sabe que el odio lo impulsa el miedo y al igual que su jefe tiene miedo a la diversidad, a la diferencia, a la opinión distinta, por eso su consigna es ‘patria, socialismo o muerte’, que es el mensaje de exterminio para quien disienta.
Ud. quiere conducir el proceso contra OAP como una checa, como lo fue el del general Ochoa en La Habana. Pero Ud. sabe que aquí, al menos por el momento, no puede conducirlo así. Por eso le tiene miedo al proceso; y ese miedo aumenta en usted, pero sobre todo en su jefe, el odio a quien dice y escribe lo que piensa y por eso incitan a la población a odiar a quien disienta.
Su jefe siente temor ante la afirmación de OAP que calificó de traición la presencia y la jefatura cubana en Venezuela, porque cuando Fidel lo intentó por la fuerza fue derrotado; y sabe que si lo logró sin disparar un tiro solo puede ser explicado por la presencia de la “quinta columna”, que es la que estando situada en este lado, está de acuerdo con el invasor que viene del otro lado y le abre la puerta.
Por eso su jefe lo quiere callado. Para silenciarlo amenazará con el cierre a periódicos, radios y televisoras que le den espacio a quien dice y escribe lo que piensa, argumentando que está sub-judice. Esta es su función mantenerlo en prisión. Ya lo tiene. El acto de cargos se pospuso y puede posponerlo indefinidamente.
Sin embargo, lo que usted y su jefe quieren, más allá de la prisión de OAP, más allá de silenciarlo, más allá de la prisión para otros y más allá de silenciar a miles, es acabar con el miedo que reposa en el fondo de sus almas y que creen poder superar amenazando y aterrorizando a quienes disienten.
Todo ser humano siente miedo ante el peligro, la amenaza y la violencia física o moral contra sí o contra los suyos, pero ese miedo es superable porque sabemos que su causa es externa. No es el caso suyo y de su jefe, donde el temor se incuba adentro porque teme a las diferencias y quiere uniformarnos. Una tarea imposible.
Caracas, 23 de marzo de 2010
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