El Foro Demócrata Cristiano a los Partidos Políticos de la Mesa de la Unidad

Todos los venezolanos, sin distingo de edad, religión, o condición social, en la actualidad estamos conscientes de nuestra grave situación y la emergencia que se nos viene encima. A la dramática inseguridad que agobia a todos, exacerbada por una criminalidad desbordada y, nos atrevemos a decir que a pesar de algunos esfuerzos aislados, apoyada en la complicidad de los cuerpos represivos y la mirada complaciente de las altas autoridades, que se suma al creciente desempleo, con su inevitable secuela de pobreza, a la escasez de alimentos e insumos de primera necesidad, motivada por el desestímulo a la inversión y la persecución de comerciantes e industriales, como política diseñada desde la presidencia de la República, estamos ahora a las puertas de un colapso eléctrico en todo el País. Este es un nuevo atentado a nuestra vida, originado en la irresponsabilidad del desgobierno que nos rige y que ha pretendido excusarse, cínicamente, en razones climáticas, como es el caso del fenómeno de “El Niño”, alegado por el propio Hugo Chávez a conciencia de que miente al País.
Ante la crisis de recortes eléctricos que azota a la mayoría de las poblaciones de la República desde hace meses y que próximamente impondrá la oscuridad en la Zona Metropolitana de Caracas, el gobierno y sus poderes satélites, ensayan toda clase de falsedades disfrazadas de proyectos, inventan futuras inversiones en turbinas y plantas, para culminar en un “decreto presidencial de emergencia” que no contiene sino multas y nuevas tarifas a los consumidores, sin dar garantía a la Nación de que esos nuevos recursos, obtenidos de las víctimas de la crisis, sí serán ahora invertidos en la solución de nuestros problemas, o al menos en Venezuela. ¿Cómo sabremos que esos nuevos ingresos no serán gastados en La Habana, La Paz o Managua, como ya lo fueron los que se originaron de nuestro trabajo o de los recursos naturales que la Providencia dio a los venezolanos?
Esta interrogante tiene asidero en estos 11 años de chavismo, porque el desparpajo con que han dilapidado por el mundo nuestros ingresos, nos lleva inevitablemente a la conclusión de que Chávez y sus cómplices, dentro y fuera del gobierno, no están en capacidad de enfrentar y resolver los problemas de Venezuela y además, podemos afirmar, carecen de la disposición indispensable para afrontarlos por su falta de patriotismo y su dependencia anímica de su “padre” Fidel Castro y sus secuaces sobrevivientes de la catástrofe cubana. Por esta verdad, a mediados de enero lanzamos la exigencia de renuncia a Hugo Chávez y las cabezas de sus poderes, que fue recogida y acompañada por otras agrupaciones de mucho prestigio y seriedad. No es un planteamiento temerario ni impulsado por mezquinos intereses, sino por amor a la Patria. Sabemos de qué estamos hablando; cuáles fuerzas estamos desatando y los riesgos que ello trae para todos; pero no vemos otra solución que la inmediata salida de los actuales gobernantes de los poderes que detentan, y la conformación de un Gobierno de Emergencia, que atienda las crisis y los peligros que nos acechan, para luego convocar un proceso general de elecciones, en condiciones de transparencia, imparcialidad y confiabilidad, hoy ausentes por obra de las espurias autoridades electorales sumisas al gobierno de Chávez.
Por todo lo expuesto, nos dirigimos expresamente a los Partidos Políticos que integran la llamada Mesa de la Unidad, para que sumen sus voces y acciones a un inmediato cambio en la vida de la Nación. Creemos que la unidad de todos los sectores de la sociedad debe expresarse para enfrentar las amenazas descritas y de concreción inmediata. Hasta ahora, las acciones de calle, las declaraciones de Academias y de otras fuerzas sociales, que pueden hacerlo sin incurrir en insubordinación, se han manifestado cada vez con mayor intensidad pero en brotes aislados: la valiente protesta de nuestros estudiantes y sus educadores, conjuntamente con los padres y madres; los reclamos de nuestros obreros y sindicatos; de los profesionales de la salud, médicos y enfermeros; de los desempleados y excluidos; de nuestros agricultores y ganaderos, despojados de sus pertenencias y medios de vida; de nuestros empresarios, productores de empleo y bienes esenciales, se han visto reprimidas con una violencia y brutalidad que no tememos denunciar como importada de regímenes totalitarios y sanguinarios, ajenos a nuestro espíritu y valores venezolanos. Sin embargo, sentimos que en estos gestos y sacrificios, de evidente naturaleza política, está ausente la voz de los Partidos Políticos, que deben sumarse coherentemente a la protesta nacional.
En este estado de emergencia nacional no desdeñamos el esfuerzo de los Partidos para lograr consensos en la postulación de candidatos para las próximas elecciones; pero, nos preguntamos: ¿Su actividad no podría concentrarse, paralelamente, en responder con vocería unitaria las agresiones y calamidades que este gobierno espurio infringe constantemente a la Nación? ¿No deberían exigir, unitariamente, el rechazo a un sistema electoral viciado, cuyas regulaciones pueden desvirtuar en forma fraudulenta la voluntad que se exprese en los comicios? No es válido el argumento, según el cual, esta actitud podría disuadir el ánimo participativo del electorado; demos la lucha por derogar las normas írritas y el ventajismo, con la clara conciencia y disposición de que si esto no se logra, debemos votar pero decididos a desenmascarar el fraude y hacer respetar la verdadera voluntad popular.
En fin, hacemos un nuevo llamado a todas las fuerzas sociales y a los partidos para prepararnos a confrontar la emergencia que se nos anuncia como inevitable y muy grave, sin distraer fuerzas ni ahorrar sacrificios por metas transitorias pendientes de un dudoso proceso electoral.

Caracas, a los dieciocho (18) días del mes de febrero de 2010

Por la Coordinación Nacional: Alberto Silva Guillen, Ángel B. Viso, Enrique Aristeguieta Gramcko, Álvaro Páez Pumar, Alejandro Páez Pumar, Eduardo Roche Lander, Justo Oswaldo Páez Pumar, Mazzini Maio Negrette, Humberto Maio Negrette, Luis Betancourt Oteyza, Julio Dávila Cardenas, Héctor Castillo Trujillo, Antonio Rodríguez Iturbe, Hans Adams, Marcel Carvallo y Hugo Díaz Milano