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12/9/12

Salvarnos de la guerra por Oswaldo Páez-Pumar


De nuevo al saliente se le sale cuando habla lo que quiere ocultar. Ese fenómeno se produce con frecuencia en los mitómanos. El saliente lo es. También es mentiroso, pero mitómano es un grado más alto porque el mentiroso tan sólo aspira a que quienes lo oyen crean sus mentiras. El mitómano va más allá aspira a que le crean, pero él también se cree sus propias mentiras y construye ese mundo de fantasía en el que vive.

La guerra contra el imperio es una de esas fantasías en la cual vive y que alimenta su ego al verse como el héroe que nunca ha sido, pero que a sí  mismo se ve como si lo fuera. Igual es con la guerra interna. Cuando la emprendió por única vez para graduarse de golpista, febrero de 1992, pronto se rindió y ha pasado a la historia como el héroe del museo militar con la connotación coprófaga que tiene y la consecuente burla a su heroicidad.

Diez años después cuando la marcha de abril del 2002 que se ha empeñado en identificar con un supuesto golpe de estado, cuando lo único que ocurrió fue que se volvió a rendir ante una manifestación pacífica, multitudinaria sí pero que no disparó un solo tiro, renunció al cargo y desaparecieron por encanto quienes estaban llamados a ejercer sus funciones dejando un inmenso vacío de poder, como lo reconoció el TSJ, que vino a ser cubierto por quienes no estaban preparados para tomar el poder precisamente porque no existía golpe y de allí la impericia en el manejo de la situación, que ha dado pie para tanto comentario.

Ahora otros diez años después, octubre de 2012, viene con el cuento de que si pierde se desatará una guerra civil que solamente su triunfo podrá evitar. Otra vez el mitómano saliente se ve a sí mismo al frente de la épica cuando no tiene puesto ni siquiera en la retaguardia, pero cree que si él se cree su mentira nosotros también la creeremos, cuando el curso de la campaña electoral muestra  lo que era inevitable que se puede engañar a unos cuantos todo el tiempo, a todos por corto tiempo, pero no a todos todo el tiempo.

El saliente lo ha saturado todo y pocos son los que creen sus mentiras y lo único que está en juego es que esos pocos le exijan que no entregue el poder, pero él no calza las agallas para resistir, se rendirá y quedará en evidencia que lo de la guerra civil es otra de las mentiras del mitómano que quedará al descubierto, junto con su sueño de héroe que será sustituido por la realidad de saliente.

Caracas, 12 de septiembre de2011

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