De
nuevo al saliente se le sale cuando habla lo que quiere ocultar. Ese fenómeno
se produce con frecuencia en los mitómanos. El saliente lo es. También es
mentiroso, pero mitómano es un grado más alto porque el mentiroso tan sólo
aspira a que quienes lo oyen crean sus mentiras. El mitómano va más allá aspira
a que le crean, pero él también se cree sus propias mentiras y construye ese
mundo de fantasía en el que vive.
La
guerra contra el imperio es una de esas fantasías en la cual vive y que
alimenta su ego al verse como el héroe que nunca ha sido, pero que a sí mismo se ve como si lo fuera. Igual es con la
guerra interna. Cuando la emprendió por única vez para graduarse de golpista,
febrero de 1992, pronto se rindió y ha pasado a la historia como el héroe del
museo militar con la connotación coprófaga que tiene y la consecuente burla a su
heroicidad.
Diez
años después cuando la marcha de abril del 2002 que se ha empeñado en
identificar con un supuesto golpe de estado, cuando lo único que ocurrió fue
que se volvió a rendir ante una manifestación pacífica, multitudinaria sí pero
que no disparó un solo tiro, renunció al cargo y desaparecieron por encanto
quienes estaban llamados a ejercer sus funciones dejando un inmenso vacío de
poder, como lo reconoció el TSJ, que vino a ser cubierto por quienes no estaban
preparados para tomar el poder precisamente porque no existía golpe y de allí
la impericia en el manejo de la situación, que ha dado pie para tanto
comentario.
Ahora
otros diez años después, octubre de 2012, viene con el cuento de que si pierde
se desatará una guerra civil que solamente su triunfo podrá evitar. Otra vez el
mitómano saliente se ve a sí mismo al frente de la épica cuando no tiene puesto
ni siquiera en la retaguardia, pero cree que si él se cree su mentira nosotros
también la creeremos, cuando el curso de la campaña electoral muestra lo que era inevitable que se puede engañar a
unos cuantos todo el tiempo, a todos por corto tiempo, pero no a todos todo el
tiempo.
El saliente lo ha saturado todo y pocos son
los que creen sus mentiras y lo único que está en juego es que esos pocos le
exijan que no entregue el poder, pero él no calza las agallas para resistir, se
rendirá y quedará en evidencia que lo de la guerra civil es otra de las
mentiras del mitómano que quedará al descubierto, junto
con su sueño de héroe que será sustituido por la realidad de saliente.
Caracas,
12 de septiembre de2011
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