“Unidad
no es sinónimo de confusión, ni solidaridad lo es de complicidad”
El 7
de octubre de 2012 se producirán muchos cambios en Venezuela y los venezolanos.
Con la victoria electoral de Henrique Capriles Radonski se concretará la
derrota política de Hugo Chávez. Se desmoronará el chavismo y empezarán a
desaparecer los chavistas. A diferencia de los cambios electorales en las
democracias, donde el partido de gobierno, si pasa a la oposición no desaparece
y puede volver a ser partido de gobierno en el futuro, en las tiranías la
pérdida del poder significa la descomposición del proyecto que las animó y la
deserción de sus esbirros. Así ha ocurrido siempre en la Historia; así fue con
Hitler y los nazis, Mussolini y los fascistas, los otrora poderosos partidos
comunistas de la URSS y la Cortina de Hierro europea, Franco y La Falange.
Algunas veces persisten un tiempo como muestra de decadencia antes que de
sobrevivencia. Es la regla de la historia porque han sido contrarios a la
naturaleza humana y representan un accidente en la evolución del hombre,
siempre en busca de la libertad, a la que está destinado por su propia
naturaleza. Por eso ha dicho el cantautor español Juan Manuel Serrat que: “No
hay camino hacia la libertad, la libertad es el camino”. Y el pueblo
venezolano, de civiles y militares, regresará al camino al precio que sea este
7 de octubre de 2012.
Muchos
son los aspectos de ese cambio que indefectiblemente se va a producir con la
victoria del candidato de la unidad y alternativa democrática, Henrique
Capriles Radonski.
Las
universidades autónomas podrán bajar la guardia en la defensa de su
indispensable autonomía para dedicarse con más ahínco a la investigación y
formación del futuro. Los sindicatos sentirán el fin del acoso totalitario para
recobrar la libertad de defender los intereses de sus afiliados ante los patronos,
públicos y privados. Los empresarios recuperarán el ánimo de asumir riesgos
para continuar la construcción de mayor riqueza y empleo para todos. Las
iglesias volverán a sentir la seguridad plena de exponer sus doctrinas y
consejos morales para guiar a los feligreses por este mundo, sin sufrir el
insulto del mandón. Los agricultores recobrarán su derecho al trabajo de sus
tierras sin temor a despojos de frutos e implementos. Los estudiantes, después
de un tiempo, porque a ellos, como en La Victoria de Ribas, siempre se les
exige el mayor sacrificio, regresarán a cumplir el sagrado deber con la patria
de formarse. Y nuestros militares recobrarán su honor.
Hemos
sostenido en muchas oportunidades que Venezuela, por su idiosincrasia e
historia, por sus riquezas naturales y posición geoestratégica, no puede
prescindir de sus Fuerzas Armadas; debe soportar el sacrificio material,
presupuestario, de mantener unas fuerzas militares y policiales bien equipadas,
entrenadas y nutridas de las mejores voluntades venezolanas. Así ha sido en el
pasado y así tiene que volver a ser. Nuestras FAN tienen que volverse a regir
por los sagrados presupuestos de la disciplina, obediencia y jerarquía. Volver
a estar regidas por la ley y no por la arbitrariedad caprichosa de turno.
Tienen
que volver a ser dirigidas por venezolanos y para los venezolanos, hacerse
respetar como cualquier institución patria. Volver sus desvelos a su razón de
ser: la defensa de la soberanía, de las fronteras patrias, a liberar a nuestro
suelo de la narcoguerrilla colombiana, a contribuir en el mantenimiento del
orden y la paz interna, hoy azotada por el asesinato de ciudadanos y el crimen
generalizado, y a hacer valer la ley y sostener las instituciones.
Pero
me temo que para lograr todo esto hay que deslastrar las FAN, con su
contribución efectiva, de los altos mandos corruptos y cómplices de tanto
desafuero que las agobian.
De esos generales y almirantes que se han
enriquecido al servicio de los mandos cubanos de Fidel Castro. Los que han
negociado las compras de equipos, muchos inútiles y fastuosos, en su beneficio;
los que en adulancia, inédita en nuestra historia, por sus alcances y descaro,
han llegado a disfrazar a oficiales y soldados de rojo para ponerlos a
desfilar, como ofrenda humillada y humillante al Tirano y sus pares de Cuba,
Bolivia, Ecuador y Nicaragua. Los que han arriado las banderas de los
componentes y batallones, y han inclinados sus astas en genuflexa entrega al
invasor castro comunista. Los que han apadrinado los suministros, transporte y
escondites a los jefes de las FARC en nuestro suelo, incluidos cuartes y
fuertes. Los que permitieron con su negligencia la masacre de nuestros hermanos
Yanomami y contribuyeron, con los jerarcas rojo rojitos, a ocultar el crimen.
Los que han traficado con droga gracias a sus mandos e influencias. Los que han
puesto a nuestros oficiales y soldados a servir al delito que representan los
llamados “colectivos”. No será fácil; habrá que combatir el falso compañerismo
y la extorsión que se intentará con la amenaza de supuestas complicidades
originadas en la obligada disciplina. Pero nuestros oficiales dignos, que han
soportado estos 14 años de chavismo, tienen muy claro que la unidad no es, ni
puede ser, sinónimo de confusión, ni la solidaridad lo es de complicidad. Será
más fácil que lo que se supone porque hay oficiales respetables y patriotas en
quienes confiar la tarea de la reconstrucción de nuestras FAN, que desean, con más ardor que muchos civiles,
verlas transitar por el camino del honor, y que están hartos ¡Ya basta!
Caracas,
18 de septiembre de 2012
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