Que hayan sido condenados
a treinta años de presidio
no autores de un homicidio,
sino aquellos imputados
por haber cooperado
con no se sabe que autor,
muestra muy claro el honor
que tienen los magistrados.
Disfraz de toga y birrete
que esconde al alcahuete
presto siempre a ser servil,
no son sino mujiquitas
del tirano comanditas
y oprobio del ser civil.
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