“Unidad no es confusión, ni solidaridad es
complicidad”
“Exclamación de copeyanos contra la
avalancha pragmática del “Tigre” Eduardo
Fernández”
Hugo Chávez se fue a La Habana y no ha vuelto más.
Se fue entre gallos y medianoche, como es el estilo de quienes se esconden en
los momentos de aprieto. Como excusa de su nuevo viaje se nos han dicho
mentiras, como siempre. Se nos habla de tratamientos hiperbólicos que al final
resultan bolserías que no sirven para nada en el caso de enfermos terminales de
cáncer. El hecho es que no pudo asistir a la última vergüenza de nuestras FAN:
la celebración del acto de felonía que se cebó en la propia Academia de los
pilotos que volaban ese 27 de noviembre de 1992, como manifestación de un odio
inculcado a la que les sirvió de Alma Mater, la negación de la cordura y la
nobleza. En aquella fecha luctuosa, como bien la calificó Fernando Ochoa
Antich, se perdió un avión, un Bronco, que se estrelló sobre La Carlota en
Caracas; en la celebración frustrada estrellaron 4: dos Broncos la víspera, un
transporte chino antiimperialista del nuevo Imperio chino y un helicóptero
Cougar, de factura francesa ¡Un éxito militar, para unos militares sin
vergüenza! Pero lo más resaltante fueron las palabras rastreras del marino
ministro del ramo, una vergüenza mayor. No sé si en el interior de las FAN han
considerado estos hechos y si les parecen propios de oficiales profesionales y
serios, espero que no.
Paralelamente a estas anécdotas, la sociedad
asiste a un sainete que escenifican oficialistas y opositores mientras el país
se anarquiza cada vez más, se hunde en la anomia, se desarticula como Estado y
empieza a verse amenazada la Nación. Nunca Venezuela había llegado a los
extremos trágicos de hoy; ni siquiera durante los más peligrosos y sangrientos
conflictos armados del siglo XIX. Aquellas fueron batallas a machete entre peones
de haciendas comandadas por generales “repollo”, pero comandados al fin. Lo que
vivimos hoy es un “sálvese quien pueda”, mientras, los llamados a dirigir los
dos sectores de la población parecen estar pendientes del sexo de los ángeles: las
elecciones regionales. De ellos definitivamente no saldrá ni la paz ni la
solución para los venezolanos.
El problema central es Hugo Chávez; enfermo
terminal, incapaz de dirigir nada ni retomar el impulso del proceso de
destrucción que inició en 1992. Sus cómplices, en el gobierno, Asamblea, TSJ y
tribunales, Fiscalía, Contraloría, Defensoría, FAN y CNE, siguen la inercia de
los acontecimientos con el audaz cálculo que la muerte de su líder les
permitirá mantener su poder por un tiempo, o al menos salvar las bienhechurías
mal habidas. Muchos han tomado sus previsiones, como lo intentó la familia
Gadhafi, y han colocado a resguardo “ahorros”, mientras otros invierten por
mampuesto en quintas y haciendas, en espera de que luego de la tormenta
escampe, como tantas veces ha ocurrido en Venezuela. Todos cavilan pero con
ánimo.
Mientras tanto, los que se oponen al chavismo
juegan a las posiciones menores del Estado en manos de un árbitro espurio,
tramposo, parcial y descarado con la esperanza de que esta vez les permitan
mejores resultados que en la anterior. Para no enrarecer demasiado el ambiente
deportivo que se han diseñado, hacen votos para que “…la persona del Jefe del
Estado recobre su salud plenamente.”, como reza el comunicado de la MUD
recogido por la prensa el 28 de noviembre pasado. Me pregunto: ¿Para qué
quieren que recobre la salud quien ha destruido las instituciones de la patria,
anulada su soberanía en entrega insólita al Tirano cubano, despilfarrado la
mejor oportunidad de desarrollo que ha tenido Venezuela desde 1830, encarcelado
y torturado a hombres y mujeres dignas sin piedad ni justicia, destruidas sus
honorables Fuerzas Armadas, alcahueteado la narcoguerrilla en nuestro suelo,
sembrado el mapa de cadáveres con el estímulo del resentimiento y el odio entre
venezolanos? ¿Para qué? ¿Se lo creerán ellos? ¿Por qué estos ejercicios de “pierde tiempo”?
¿Qué hay detrás de todas estas maromas, de lado y
lado?
Aquí lo que se impone es la exigencia al
presidente que renuncie, que ya está bien; el nombramiento de un nuevo CNE,
serio, imparcial y honesto que purgue el REP, regale las máquinas de votar a
las loterías, que es para lo que se diseñaron, y organice una renovación
general y total de las Instituciones. ¿Qué eso no es posible con el juego
actual? ¡Claro que no! Por eso hace falta otra vez una Junta Patriótica ¡Ya
basta!
Caracas, 4 de diciembre de 2012
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